Renault Avantime, un monovolumen tan espectacular como infravalorado

El Renault Avantime fue uno de los experimentos más peculiares de los 2000. Fue tan radical en su concepto que no funcionó en absoluto.
Renault Avantime, un monovolumen tan espectacular como infravalorado

Escrito por Juan

Última actualización: 29 octubre, 2022

Para Renault, la llegada del siglo XXI supuso un cambio de 180 grados. Una economía holgada y grandes ventas globales motivaron a los franceses a experimentar, lo que dio lugar a algunos de los coches más peculiares de los últimos tiempos. Algunos con éxito, como el Megane II, y otros sin acierto, como el Renault Avantime.

El Avantime fue un monovolumen único en su concepto, y su singularidad terminó lapidando su vida comercial hacia el fracaso. Se podría decir que fue un modelo incomprendido para el público. Además, su alto precio no ayudó, por lo que entre 2001 y 2003 apenas se vendieron 8.557 unidades.

Era un monovolumen premium y compartió protagonismo con el Renault Vel Satis, otro fracaso para la marca del rombo.

Un monovolumen como ningún otro

Renault Avantime: techo.

Hace 15 – 20 años Renault apostó por una línea de diseño vanguardista y moderna, sin parecido con ninguna otra marca. De aristas pronunciadas, volúmenes exagerados y ópticas angulosas, marcaron una etapa que para quienes fuimos jóvenes por entonces, difícilmente olvidaremos.

Los éxitos más sonados son los Megane II  y Clio III, pero el Laguna II salió mal y otros como el Vel Satis y el Avantime fueron un fiasco. En su rareza reside su atractivo, y es que el Avantime es una mezcla de conceptos más que curiosa. Monovolumen, compacto y coupé, todo ello en un mismo formato.

La gama cromática contaba con tonalidades muy atractivas dentro de un espectro de colores muy básico. Se combinaban con un techo de aluminio en contraste.

Su forma no puede ocultar que se trata de un monovolumen, y aunque está basado en el Espace, por dimensiones (4,6 metros de largo) queda a medio camino entre este y el Scenic. Aún así, se utiliza una configuración de tres puertas, lo que resulta en puertas de 1,4 metros de largo y 50 kilogramos cada una.

Además, se jugó con lo que se conoce como concepto abierto, por lo que todas las ventanillas se pueden bajar, quedando una apertura lateral enorme en la que destaca la ausencia de pilar B. A todo esto se sumaba un techo panorámico de cristal practicable, lo que aumentaba aún más la entrada de aire al habitáculo.

Habitabilidad

Renault Avantime: interior.

Este concepto abierto se magnifica en el habitáculo, un espacio muy amplio y minimalista. Al basarse en el Espace, directamente se tomó el salpicadero de este, repleto de superficies vacías que, en realidad, esconden huecos portaobjetos o paneles de control como la radio. Con todo cerrado, a la vista resulta hasta futurista.

Siguiendo con la sensación de espacio, contaba con cuatro amplias plazas, más bien butacas, ya que la plaza trasera central era prácticamente inexistente. Puede que el interior sea el secreto mejor guardado de este coche, como lo son sus puertas. El gran tamaño de estas se debe a la necesidad de facilitar el acceso a las plazas traseras.

Sin embargo, su gran longitud las hacía inviables en espacios, ya que el ángulo de apertura sería insuficiente. Por eso, Renault desarrolló un peculiar sistema de apertura en el que el interior de la puerta se partía en dos, con lo que se conseguía un mayor espacio de entrada sin aumentar en exceso el ángulo de apertura de la puerta.

Especificaciones

Renault Avantime: lateral.

Durante su corta vida comercial, el Renault Avantime montó hasta tres motorizaciones. Originalmente, en su lanzamiento en 2001 solo dispuso de un bloque 3.0 V6 de 207 CV y 285 Nm de par. Este propulsor estaba desarrollado conjuntamente con PSA y Volvo, y también se utilizó en el Renault Clio V6.

Posteriormente, en 2002 se introdujeron otras dos opciones mecánicas, un 2.0T de gasolina y 165 CV junto a un 2.2 DCi de apenas 150 CV. Ninguno de ellos era especialmente frugal, y es que el alto peso del coche y su mala aerodinámica impedían lograr bajos consumos. En vació pesaba más de 1.700 kilogramos.

En el mejor de los casos, costaba lograr medias de consumo inferiores a los 9-10 l/100 km.