Los cinco Porsche más icónicos de la historia de la marca en competición

Repasamos la historia de cinco de los Porsche que más importancia han tenido para la marca en todos los años que lleva presente en el mundo de la competición.
Los cinco Porsche más icónicos de la historia de la marca en competición

Escrito por Juan

Última actualización: 11 mayo, 2020

Porsche es un fabricante que, además de fabricar deportivos, ha estado durante toda su historia muy presente en el mundo de la competición. Mucho de lo que vemos hoy en las calles surgió o fue desarrollado inicialmente para lograr el éxito y victorias en este ámbito, y durante todos estos años, hay cinco coches icónicos que destacan sobre el resto.

Ya sea por lo que lo que lograron en la pista o por lo que significaron para la marca en sus respectivas épocas, estos cinco coches son los más especiales para los alemanes. Te animamos a continuar leyendo si quieres saber más acerca de estos titanes del motor.

Los mejores Porsche en competición

Porsche 911 GT1

Porsche 911 GT1.
Porsche 911 GT1 en La Sarthe (Le Mans).

Estamos en los noventa, una década que, al menos de inicio, no fue para nada exitosa para una fabricante acostumbrada a ganar en competición, especialmente en las 24 Horas de Le Mans. Así pues, dispuestos a cambiar por completo esta situación, la marca Porsche decidió construir un coche con el que poder volver a hacerse con la victoria en la mítica carrera francesa.

Así nacía el Porsche 911 GT1, basado en la reglamentación GT1 que obligaba a producir una limitada tirada de unidades de calle para ser homologado por la FIA. Dicha reglamentación estaba en pleno auge por entonces, robando protagonismo a los LMP que años después volverían a ser la categoría reina en carreras de resistencia.

Aerodinámicamente era una pieza escultural, con una carrocería de muchas curvas por las que fluía el aire. Además, hacía referencia al Porsche 911 de calle con una estética similar. La primera versión simulaba ser una generación 993, mientras que la segunda hacía lo propio con su sucesor, el 996.

Mecánicamente montaba un motor Twin-Turbo de seis cilindros y 3.2 litros que alcanzaba los 544 CV. Con todo, s e hizo con la victoria en Le Mans en 1996 (con la primera versión) y en 1998 con el modelo actualizado antes de retirarse del certamen en 1999.

Porsche 904 Carrera GTS

Porsche 904 Carrera GTS.
Porsche 904 Carrera GTS en Nürburgring.

Retrocedemos hasta los años sesenta para conocer al Porsche 904 Carrera GTS. Se construyeron cientos de unidades, por lo que era habitual verlos en circuitos de toda Europa e incluso los Estados Unidos, con formaciones oficiales y privadas. Este pequeño deportivo inició una nueva era para Porsche.

Fue un coche innovador en muchos sentidos para la firma alemana: el primero en llevar el apellido GTS y también pionero en utilizar fibras de cristal en la construcción del coche, un material conocido como JFK. Porsche combinó esto con un chasis de acero que lo hacía muy resistente y ligero al mismo tiempo.

Bajo el capó hacía uso de un motor bóxer de seis cilindros que entregaba 180 CV, una cifra muy importante para la época. En las mejores circunstancias, podía superar los 250 km/h, lo que era entrar en territorio de Fórmula 1.

Porsche 917 KH

Porsche 917 KH: exposición.
Porsche 917 KH.

Avanzando unos años hasta la década de los setenta, el Porsche 917 KH, o cualquiera de la exitosa saga 917, puede considerarse como uno de los mejores coches de competición jamás producidos. Sentó las bases de lo que es Porsche hoy en día, y fue un proyecto tan extremo que la marca quizás no habría sobrevivido financieramente de no haber funcionado.

Este fue el coche con el que la marca de Stuttgart se hizo con la primera de muchas victorias en las 24 Horas de Le Mans.  Numerosas variantes existieron, pero el 917 KH utilizaba un motor bóxer de 12 cilindros de 4.9 litros atmosférico de casi 500 CV de potencia para un coche de apenas 800 kilogramos.

Su perfeccionada aerodinámica le permitía en la recta de Mulsanne, en Le Mans, alcanzar los 340 km/h. Cabe destacar que este tramo del circuito antes era una recta completa, hasta que en 1988 se agregaron dos chicanes para reducir la velocidad que alcanzaban los coches por entonces, cada vez más cerca de los 400 km/h.

Porsche 962C

Porsche 962C.
Porsche 962C en Le Mans.

Los electrizantes y alegres años ochenta trajeron a otro prototipo de Porsche que quedará para el recuerdo por sus éxitos y por su icónica librea de la tabacalera Rothmans, que junto a Marlboro, dio color a los circuito durante más de 20 años en diversas disciplinas. Fue sucesor del 956 C.

Logró la victoria en Le Mans de forma consecutiva en 1986 y 1987.

El Porsche 962C se destacaba aerodinámicamente por el efecto suelo, una técnica que ya se usó con anterioridad en la Fórmula 1 gracias a su introducción con el Lotus 78. Por ello, visualmente encontramos un gran alerón trasero para el aire que corre por encima del coche y un gran difusor que escupe el aire succionado por debajo del mismo.

Durante esta etapa la turboalimentación era casi una obligación en competición, y el Porsche 962C no era una excepción. Como los turbocompresores son elementos mecánicos que alcanzan altas temperaturas, la mayor abertura de refrigeración que tiene el coche es precisamente para refrigerarlos.

Estaba motorizado por un motor de 3.2 litros con doble turboalimentación que en clasificación superaba los 800 CV.

Porsche 550 Spyder

Porsche 550 Spyder: exposición.
Porsche 550 Spyder.

Por último, el Porsche 550 Spyder significó el germen de Porsche en el mundo de la competición, teniendo que volver atrás hasta la década de 1950. Este fue el coche que lo comenzó todo, el punto de partida sin el cual no existiría ninguno de los cuatro anteriores ni ninguno de los no presentes en esta lista.

Construido íntegramente en aluminio sobre un ligero chasis tubular, portaba un motor muy pequeño que, en conjunto, hacían del coche una máquina muy rápida, ágil y fácil de pilotar. Aquí primaba la simplicidad, como muestra un habitáculo donde solo encontramos el asiento, el volante y apenas un par de relojes y botones.

Otro ejemplo de simplicidad fue el propulsor. Se conformaba con un pequeño motor de cuatro cilindros refrigerado por aire, de apenas 1.5 litros y 110 CV de potencia. En 1954 participó en la peligrosa carrera Panamericana, coronándose ganador de su clase, lo que le valió un tercer puesto en la clasificación general.