Qué hacer si el coche se queda sin agua
Se trata de una avería muy importante. Las consecuencias para el motor y otros componentes de los vehículos pueden ser fatales. Cuando el coche se queda sin agua se debe actuar de forma rápida para evitar daños mayores.
Las casusas que pueden dar lugar a esta situación son variadas. Desde una fuga en una de las mangueras que componen el circuito de refrigeración, hasta una fisura en el radiador o en el depósito del anticongelante.
También la ausencia de líquido puede obedecer a fallos eléctricos (por sobrecalentamiento a consecuencia del mal funcionamiento del electroventilador), así como un desperfecto en la bomba de agua.
Los vehículos modernos
Las tecnologías instaladas en algunos vehículos de última generación, de manera automática, obligan a los conductores a adoptar la primera medida para estos casos. Y esta no es otra que detener el vehículo y apagar el motor.
Varios modelos actuales cuentan con sistemas que, a modo de alerta, restan potencia al motor. Simultáneamente pueden medir señales en el panel de mando; si el conductor pasa por alto estas señales la junta de culata sufrirá un ‘calentón’ y la avería será muy costosa.
Si el coche se queda sin agua, hay que detenerse
Al suspender la marcha, deben tomarse todas las medidas de salvaguarda, acordes con las circunstancias, como aparcar correctamente en el arcén. También valerse del triángulo de seguridad para señalar a otros conductores de la presencia de un vehículo averiado.
Procedimiento básico
En los casos de recalentamiento severo, empezará a salir humo blanco por debajo de la cubierta del motor de forma dramática. Sin embargo, esto no siempre ocurre.
De cualquier manera, después de suspender la marcha y apagar el motor, se debe levantar el capó y esperar varios minutos a que se enfríe todo el sistema antes de proceder a revisarlo.
¿Por qué hay que esperar un tiempo al abrir el capó? Entre otras cosas, se disminuyen los riesgos de sufrir quemaduras por contacto con componentes que estén a altas temperaturas.
Por otro lado, si se quita la tapa del depósito y el líquido todavía está en ebullición, se evaporará rápidamente. Esta última situación también conlleva riesgos de lesiones.
Cuando la temperatura del vehículo haya bajado suficientemente, podrá evaluarse si la pérdida de agua ha sido parcial o total. Solo una vez que se reponga el agua que falta, se podrá proseguir con la marcha; debemos asegurarnos de que el agua que añadimos no se pierde por algún orificio.
¿Sin agua de repuesto? Hay que llamar a una grúa
Tradicionalmente ha sido frecuente que los propietarios de vehículos llevaran una botella de agua para emergencias. Los más previsores compraban un recipiente de la fórmula de anticongelante que estuvieran usando. Hoy día, esto ya no es tan común.
Si se da el caso que el coche se queda sin agua, y no hay con qué llenar el radiador, proseguir con el recorrido es la peor decisión que se puede tomar.
Hay que parar el vehículo sin importar que la distancia a transitar sea de pocos kilómetros. Lo que en un principio pudo ser un fallo no muy costoso de solventar, puede transformarse en una avería grave. Hay que llamar a la grúa.
Se debe determinar el origen del problema
Que el coche se quede sin agua, es indicativo de que algo va mal. Es muy probable que los episodios de recalentamiento se vuelvan frecuentes, incluso que la causa del problema no se corrija correctamente. Con el añadido de que, a medida que transcurra más tiempo, los riesgos de daños mayores irán en aumento.
Es importante que, una vez se salga del apuro, llevar el vehículo a un mecánico de confianza para que realice una evaluación exhaustiva. Ello evitará futuras situaciones incómodas.
Más vale prevenir
Cada 1 000 km o al menos, una vez cada 60 días, debe revisarse el depósito del anticongelante para evaluar los niveles de líquido. De igual forma, habrá que hacer lo propio antes de emprender un viaje que implique transitar grandes distancias.
Quienes conducen solo por centros urbanos deben permanecer igualmente atentos. Los atascos de tráfico de las zonas metropolitanas generan un mayor desgaste a los circuitos de refrigeración, en comparación con largos recorridos por autovías.