Mazda CX-60, cambio de ciclo para la firma de Hiroshima
Mazda lo ha vuelto a hacer. Cuando todo indica que en breves la industria del automóvil deberá moverse exclusivamente con electricidad, los nipones han presentado un SUV, el Mazda CX-60, que da la bienvenida a una nueva familia de modelos basados en una estructura cada vez más olvidada: motores longitudinales y propulsión trasera.
Además, no hay rastro de una variante eléctrica aunque si que abraza la electrificación hasta cierto nivel. El CX-60 se posicionará de momento como el SUV más grande de la marca, rival de algunos como el BMW X3 por citar un modelo similar en concepto. Más adelante llegará un modelo superior con hasta 7 plazas y el esperado reemplazo de la berlina de la casa, el Mazda 6.
Diseño influenciado por la plataforma
El nuevo Mazda CX-60 no es un coche pequeño. Con 4,74 metros de largo difícilmente entrará en muchos de los garajes españoles. Sus dimensiones son tales que incluso las llantas más grande que puede montar, de 20 pulgadas, se ven pequeñas. Las de 18 pulgadas de acceso no harán brillar mucho al coche en un mercado saturado de SUV.
Siguiendo la filosofía de diseño Kodo de la que hace gala Mazda, se han reducido aún más los detalles superfluos y de marcados nervios. Superficies limpias, fluidas y una perfecta ejecución del juego de sombras –gracias al extenso uso de superficies cóncavas y convexas– hacen del CX-60 un SUV elegante, atractivo, y sobrio.
Sin embargo, el hecho de montar un motor montado a lo largo ha obligado a retrasar la cabina más de lo habitual, quedando un capó también muy largo. Este se remata en un frontal muy vertical, con una gran parrilla y unos faros que pasan a ser más un bloque vertical que horizontal, si bien la firma lumínica diurna se extiende a través del marco cromado de la parrilla.
La vista posterior es adornada con una cuádruple salida de escape que nada tiene que ver con los escapes reales.
Interior clásico
La modernidad no son solo pantallas. La modernidad real se basa en la correcta relación entre lo tecnológico y lo clásico con la intención de no sobre-complicar su uso. Con otras marcas relegando todos sus controles a una pantalla que domina todo el habitáculo, Mazda sorprende con un interior de corte clásico que, sin embargo, es incluso más atractivo.
Incrustada en el salpicadero encontramos una pantalla muy horizontal, con 12,3 pulgadas de diagonal, complementada por una instrumentación digital de idénticas dimensiones. Incluso aquí se replica el diseño de relojes analógicos pese a ser una pantalla. La pantalla central no es táctil, sino que debe controlarse mediante los mandos ubicados tras la palanca de cambios. Todo botones físicos.
La gama se compondrá de cuatro acabados: Prime-line, Exclusive-line, Takumi y Homura.
Físicos como los de la climatización y el volante, que no recurre a los imprácticos controles apticos. Además, al no contar con una pantalla como elemento principal se ha podido mostrar un lujo como los de toda la vida. Al primer golpe de vista lo que más llama la atención son los diferentes tipos de superficies y materiales utilizados: madera, aluminio, piel, todo con una calidad exquisita.
El espacio para la familia tampoco se ha dejado de lado, con un maletero de 570 litros en configuración de 5 plazas, 1.148 litros con la fila trasera plegada y hasta 1.726 litros hasta el techo. Además, la regulación eléctrica de los asientos puede hacerse mediante la botonera dedicada o por reconocimiento facial. En este caso el coche adaptará la posición del asiento al reconocer a la persona sentada una vez esta haya introducido su altura en el sistema.
Oversizing: motores seis en línea
Mientras que Ford lleva prácticamente una década haciendo gala del downsizing de sus motores –poca cilindrada y menos cilindros– y toda la industria les siguió como buen efecto en cadena, Mazda vuelve a dar la espalda a las tendencias. La firma de Hiroshima suele ir por sus propios fueros, y con el CX-60 lo vuelven a demostrar.
Si es o no la decisión equivocada tan solo el tiempo lo dirá, pero que es una jugada arriesgada a la par que interesante, totalmente. Con el Mazda CX-60 se estrena una gama mecánica anacrónica, con nuevos motores de seis cilindros en línea e incluso una variante diésel. Donde si sigue las tendencias es en la electrificación.
Todos los motores hacen uso de una transmisión automática de doble embrague y 8 velocidades.
Serán 3 mecánicas las ofrecidas para nuestro mercado, todas ellas electrificadas en mayor o menor medida. En gasolina se ofrece un 3.0 atmosférico –e-Skyactiv X– y en diésel dos variantes de un mismo 3.3 turbo –e-Skyactiv D– con 200 y 254 CV según el tipo de tracción elegida: propulsión o total respectivamente.
Por último, se ofrecerá una opción híbrida enchufable PHEV que será la primera en llegar a los concesionarios españoles. Combina el ya conocido bloque Skyactiv-G de 2.5 litros y cuatro cilindros de 192 CV con un motor eléctrico de 173 CV para un total combinado de 327 CV.
Con una batería de 17,8 kWh de capacidad es capaz de recorrer hasta 63 kilómetros en modo 100% eléctrico a velocidades inferiores a los 100 km/h. La misma tarda en recargarse por completo en 2:20 horas en corriente alterna de 7.2 kW. Es además la única motorización que se asocia en exclusiva a la tracción total.