Renault Alpine rally, objetivo de coleccionistas
Renault Alpine rally
El Renault Alpine rally alcanzó su máximo esplendor entre 1970 y 1972, años en los que participó en el recién creado Campeonato Internacional de Fabricantes. Ganó vario eventos en Europa y pronto fue considerado uno de los mejores coches de rally de la época.
La alianza Renault-Alpine siempre ha dado muchos beneficios a ambos. Destacaban por hacer unos de los modelos más bonitos de la época, por lo que se han convertido en unos de los clásicos más coleccionables hoy día, más aun si se trata del modelo Alpine A110 con la preparación de rally.
La victoria más dulce de este emblemático modelo fue en el rally de Montecarlo en 1971 con el piloto sueco Ove Andersson a los mandos. Esta hazaña catapultó el prestigio del modelo francés y repercutió positivamente en las ventas del Alpine de calle.
En 1973 Renault compró el 100% de la firma Alpine, año en el que el Campeonato Internacional fue sustituido por el Campeonato Mundial de Rally, y la firma del rombo eligió el Alpine A110 para competir, por lo que fue uno de los primeros representantes del campeonato que perdura a día de hoy.
Sin duda, elegir al bólido azul fue una decisión muy acertada, ya que, en la primera carrera, el piloto Jean-Claude Andruet consiguió una merecida victoria en el Rally de Montecarlo. Dicho triunfo le convirtió en el primer modelo en ganar una prueba del Campeonato Mundial de Rally.
Éxito con fecha de caducidad
Los años dorados del Renault Alpine rally llegaron a su fin antes de lo esperado. Hasta el año 1974 todo iba como la seda, con altibajos, pero siempre ocupando las primeras plazas de los campeonatos.
Todo cambió con la llegada del Lancia Stratos, el primer automóvil diseñado por y para el mundo del rally, con un motor de Ferrari Dino V6 de 280 CV y una batalla muy corta que le permitía girar en muy poco espacio.
La tecnología, potencia y tracción que era capaz de entregar el Stratos era muy superior a la de sus rivales, lo que hizo que modelos como el Alpine fueran catalogados como obsoletos para competir con garantías. Lo mismo le ocurrió a todos los modelos de la competición, que pronto se pusieron las pilas para ofrecer un producto capaz de competir con garantías.
Fueron varios los intentos por mejorar el rendimiento del Alpine A110, como el uso de la inyección electrónica para mejorar la potencia, pero apenas aportó cambios de rendimiento.
También se hicieron modificaciones en el chasis, como la utilización de la suspensión del modelo A310, algo que tampoco fue todo lo efectivo que se esperaba. El final del Renault Alpine rally era inevitable.
Las curvas, su punto fuerte
Tanto en el modelo de calle como en la versión con preparación para el rally, eran mucho mejores en las curvas que en las rectas, según coincidían todos los que lo probaban.
El enorme voladizo trasero otorgaba al Alpine un divertido y delicado equilibrio que le permitía patinar con el eje trasero con facilidad, pero el piloto podía controlar esa falta de tracción de manera bastante sencilla gracias a unas reacciones muy neutras y predecibles.
Esto le daba ventaja para maniobrar en curvas cerradas y hacía que los pilotos dieran un espectáculo visual muy agradecido por los aficionados.
El Renault Alpine rally estaba movido por un motor 1.8 de 4 cilindros en linea con dobles carburadores Weber e iba colocado en posición trasera. Entregaba una potencia de 175 CV, mucho para un coche que rondaba los 600 kilogramos de peso.
Gracias a sus enormes neumáticos traseros y a la rígida suspensión independiente, el A110 tenía la motricidad necesaria para poder aprovechar toda la fuerza del motor sin problemas.
Un coche de ensueño solo al alcance de los mejores coleccionistas, ya que un ejemplar en buenas condiciones puede llegar a las seis cifras en una subasta. Son números desorbitados, pero te llevas una de las pocas unidades del Renault Alpine rally que se fabricaron y puedes estar seguro de que nunca perderá valor.