Mitsubishi Galant AMG, la desconocida superberlina japonesa
En ocasiones uno se topa con algo desconcertante, algo que no debía estar ahí o simplemente no debía existir. Esto puede sonar poco específico, pero es que no hay palabra mejor que desconcertante para definir a nuestro protagonista. Hablamos del Mitsubishi Galant AMG, una berlina tan exclusiva como desconocida.
Acostumbrados a relacionar las siglas AMG con los coches de Mercedes, resulta extraño cuando en lugar de estos nos encontramos con una berlina japonesa con tres diamantes rojos en su frontal. Su desarrollo tuvo lugar tras un acuerdo entre ambas compañías una vez AMG terminó de modificar una berlina de lujo, también de Mitsubishi.
La colaboración entre ambos se remontaba al Mitsubishi Debonair V 3000 Royal, el cual solo modificaron estéticamente. Sin embargo, con el Galant los alemanes fueron más allá. Si todavía te preguntas cómo fue posible que AMG trabajase para los nipones, la respuesta es simple: era un preparador externo abierto a cualquier propuesta.
Pese a que AMG ya se dedicaba a mejorar los coches de Mercedes, la asociación con estos no era exclusiva, por lo que podían colaborar con otros fabricantes.
Lobo con piel de cordero
Partiendo de la base de un Galant de sexta generación, concretamente de su versión GTi, los chicos de AMG remozaron todo el exterior del coche, así como su interior y lo más importante: el motor. El Galant GTi hacía gala del incombustible bloque 2.0 4G63, que con 160 CV ofrecía unas prestaciones más que decentes.
Para los alemanes esto no era suficiente. Se trabajaron los pistones, los muelles de las válvulas, los arboles de levas y una nueva admisión, así como cambios en la ECU. Con todo, solo lograron extraer 170 CV, un aumento muy leve que evidencia lo complicado que es potenciar motores atmosféricos. Al menos, el corte lo tenía a 8 000 vueltas.
Exteriormente, el Mitsubishi Galant AMG puede llegar a ser incluso intimidatorio con tanto negro, su característica más notable en el plano visual. Contaba con un kit de carrocería específico, más ancho, bajo y agresivo, acompañado por unas llantas de 15 pulgadas que actualmente lucen diminutas.
Los cambios en su interior eran menos destacables, pues se limitaban a unos nuevos asientos de cuero, molduras decorativas símil madera y un nuevo volante de corte más deportivo. La cifra exacta de unidades producidas es desconocida, pero se estima que no hay más de 500 unidades en todo el mundo, a un precio cada vez más prohibitivo dada su escasez e historia.
Mitsubishi Galant AMG, a la sombra del EVO
Sin embargo, el Mitsubishi Galant AMG no era la versión más potente y extrema de la gama de la citada berlina. Un año antes, y con motivo de su entrada en el Mundial de Rallyes, Mitsubishi se vio obligada a vender 5 000 unidades de calle derivadas del modelo que usarían en competición. Nacía así el Galant VR-4.
Esta versión mantenía el motor 2.0 4G63 de las otras versiones deportivas, pero aquí se le acopló un turbocompresor con el que la potencia aumentaba hasta los 241 CV y 304 Nm de par. Además, se integró el mismo sistema de tracción total que montaría la versión de competición.
Lamentablemente, la fama del Galant VR-4 cayó en picado una vez la marca presentó la primera generación del Mitsubishi Lancer Evolution en 1992, para recoger el testigo de berlina deportiva y de rallyes. Con este movimiento, el único VR-4 reconocido mundialmente se basa en el deportivo 3000GT.