Fiat 131 Abarth, sedán con un poco de picante
Hacer todo un deportivo con la base de un coche con claro corte familiar es algo complicado, y más aun en los años 70. Sin embargo, este Fiat 131 Abarth, con su radical transformación, puso los dientes largos a los amantes del mundo del motor de la época.
Diseñado por el Grupo Bertone, este modelo recibió los polvos mágicos de Abarth a mediados de los años 70 para convertirlo en una joya automovilística, capaz de sacar una sonrisa al conductor más exigente y con unas capacidades dinámicas a la altura de los mejores de la época.
Fiat 131 Abarth, un modelo perfecto para coleccionistas
No es fácil ver este exclusivo modelo en alguna de las numerosas quedadas de coches clásicos que se celebran anualmente en nuestro país.
El Fiat 131 Abarth es un modelo que ha alcanzado precios desorbitados en el mercado de segunda mano, y no nos extraña, ya que reúne las mejores características: es una versión especial de un coche de calle normal, su estética es imponente y disfruta de una gran dosis de deportividad.
Toda la espectacularidad que desprende en el exterior, con esos faldones y alerones que mejoran su aerodinámica a alta velocidad, se pierde al entrar en el habitáculo, donde encontrarás un salpicadero de una calidad bastante discutible y unos asientos poco envolventes; parece que por la sala de desarrollo del interior el equipo Bertone no paró demasiado.
Este coche es un sinfín de emociones, después del bajón de entrar en un habitáculo tan sencillo para tratarse de un coche con estas intenciones. Todo cambia cuando giras la llave y su espectacular motor te regala un sonido limpio y ronco, un preaviso de lo que esconde ese recto capó.
Mecánica y puesta a punto a la altura
Con 1 995 centímetros cúbicos, este sencillo pero contundente motor contaba con cuatro válvulas en cada uno de sus cuatro cilindros y doble árbol de levas. No se trata de un motor nuevo, sino que es el mismo bloque que ya montaba el Fiat 124 Spider de 1959. Acoplado a una caja de cambios manual de cinco velocidades era capaz de rendir 140 CV.
Aunque hoy día esa cifra de potencia no parece muy prometedora para un vehículo de corte deportivo, la realidad es que era una barbaridad para tratarse de un coche de 980 kilogramos de la época. Y es que la relación peso-potencia del Fiat 131 Abarth era la misma que la de una berlina actual con 200 CV.
Las prestaciones eran lo suficientemente dignas para pasar una mañana estupenda en una carretera de montaña: acelera de 0 a 100 km/h en 8,2 segundos y alcanzaba los 190 km/h. A partir de 3 000 rpm empezabas a notar el empuje y era capaz de estirar hasta las 6 500 rpm, siempre acompañados de un ruido considerable.
No solo se realizaron cambios estéticos y en la mecánica, sino que se mejoró sustancialmente su equilibrio en carretera. Para ello era necesario deshacerse de ese eje rígido tan poco efectivo en curva para equiparlo con todo un conjunto independiente, compuesto por largos triángulos guiados por columnas McPherson verticales.
Con esta nueva suspensión, el Fiat 131 Abarth conseguía un guiado espectacular, con un paso por curva totalmente plano, sin balanceos ni vibraciones que perturben la conducción; todo lo aguanta, y sin perder un ápice de confort.
Asalto al campeonato de Rally
El Fiat 131 Abarth Rally vino al mundo para sustituir al obsoleto Fiat 124 Abarth Rally. Se construyó entre los años 1976 y 1978 y solo vieron la luz 400 unidades, cosa que multiplica hoy día su precio en el mercado de ocasión.
Entre 1977 y 1982, este impresionante modelo conquistó el Mundial de Rallys de constructores en los años 1977, 1978 y 1980, y en 1978 y 1980 también el de pilotos con Markku Alén y Walter Röhrl, respectivamente, a los mandos. Logros suficientes para pasar a los libros de historia de la competición.
Hoy día, vehículos como el Fiat 131 Abarth Grupo 4 son capaces de superar los 100 000 € en una subasta especializada, prueba de que los coches con pedigrí de los años 70 y 80 están en el punto más álgido de su vida en cuanto a valor comercial se refiere. Por todo ello, estos clásicos merecen todo nuestro respeto y admiración.