Cómo saber si tienes las pastillas de freno gastadas
Algunos coches modernos cuentan con un sistema de alerta en el panel de control. Pero aún en los casos en que no se dispone de esta herramienta, cualquier conductor atento debe ser capaz de identificar cuando las pastillas de freno están gastadas.
La seguridad primero
Del sistema de frenos depende en altísima medida la seguridad del vehículo. Cuando se trata de prevención tras el volante, se requiere de la máxima atención por parte de los conductores.
Sin embargo, aunque para la mayoría de los españoles representan el punto más importante para una conducción segura, por descuido o por ignorancia, muchas veces se pasan por alto algunas medidas necesarias. Algunos factores aumentan de manera peligrosa los riesgos de sufrir o provocar accidentes de tráfico.
Este tipo de negligencias, de forma consciente o inconsciente, queda demostrada en las estadísticas que arrojan las Inspecciones Técnicas de vehículos. Un gran porcentaje de los coches que no superan la ITV, tienen fallos graves relacionadas con los frenos.
Prestar atención y no pasar nada por alto
En vehículos de fabricaciones recientes que cuentan con el sistema de alertas de pastillas de frenos gastadas, no hay excusas. En cuanto la luz se enciende en el salpicadero, los conductores deberían acudir al mecánico en el menor tiempo posible.
En coches que no dispongan de este tipo de dispositivos, detectar anomalías durante la frenada no es tan complicado. Los primeros síntomas aparecerán en el propio pedal del freno; la resistencia que ofrece al pie empezará a ser menor, al tiempo que las frenadas se volverán más largas cada vez.
Otras señales pueden ser un gasto excesivo y anormal del líquido de frenos, así como una fuerte vibración sobre los ejes delanteros, al tener que reducir la marcha con cierta premura.
Junto a todas estas señales, el signo inequívoco de que se tienen las pastillas de freno gastadas lo capta el oído. A medida que el fin de la vida útil de estos componentes esté cada vez más cerca, aparecerá un pitido que irá subiendo progresivamente los decibelios.
Cuando el deterioro se va incrementando, en los momentos más críticos y cuando las pastillas ya hayan hecho daño sobre los discos de freno, el sonido será muy elevado.
Cuanto antes se cambien las pastillas de freno gastadas mejor
No solo es una medida de seguridad elemental, también en el momento de atender consideraciones económicas. Si los fallos no se atienden de manera rápida y oportuna, las pastillas terminarán comprometiendo el estado de los discos de freno. Y ello derivará en un aumento considerable en los costes de reparación.
Preservar el sistema de frenos: cuestión de costumbres
Si hay un elemento que delata la forma en la que un propietario trata a su vehículo, son los frenos. Un escaneo por todos los componentes del dispositivo de frenos, ofrece información precisa sobre los hábitos de quien se sienta tras el volante; también es una muestra del interés que se toma en la prevención y la seguridad vial.
Los indicativos de unos malos hábitos son pastillas de freno gastadas más allá de lo necesario, discos y tambores con deformaciones; igual ocurre con los componentes sueltos, frenadas demasiado largas o pedal que funciona de una forma anormal. Todos ellos son sinónimos de negligencia.
La ciudad: territorio hostil
Los vehículos son máquinas que fueron diseñadas para rodar, y cuanto más uniforme sea el trayecto mucho mejor. El tráfico pesado de los grandes centros urbanos, resulta más perjudicial para la salud de los coches que las autopistas y la velocidad.
Pastillas, disco, tambores y otros componentes responsables de las frenadas, están entre los elementos que más sufren con las constantes interrupciones de los recorridos urbanos. Para conducir y rodar, las ciudades siempre serán para los coches el lugar de más desgaste en su motor, piezas y todos sus elementos.
Más vale prevenir
La prevención y el trato correcto siempre son una opción preferible a la reparación. Además, siempre es mucho más seguro, porque los fallos en las pastillas de freno pueden ser muy peligrosos.
Además de corregir cualquier anormalidad apenas detectada, para prolongar la vida útil del sistema de frenos hay medidas básicas a considerar. Son tareas sencillas, que muchas veces responden al más elemental sentido común:
- El sistema de frenos debe pasar por una revisión exhaustiva cada 30 000 km.
- El líquido de los frenos no solo debe revisarse periódicamente para asegurarse que esté en niveles ópticos, sino que cada dos años debe cambiarse por completo.
- La conducción debe ser regularmente tranquila y ajena a las frenadas violentas.