Grupo A: BMW M3 E30
Pocos coches han sido tan perfectos desde el primer día de vida como el BMW M3 E30, y pronto pudieron comprobarlo en el Campeonato Mundial de Rallys, donde un italiano con tracción a las cuatro ruedas dominaba sin compasión.
Para poder ser candidato a participar en el Grupo A de los rallys, la marca germana debía vender al menos 5 000 unidades de la versión M3 de su coche de calle. A su vez, el Serie 3 normal tenía que superar la cifra de 25 000 unidades vendidas, cosa que era bastante fácil para una berlina de BMW.
Finalmente, se consiguieron vender 17 970 unidades del BMW M3, dato que superó todas las expectativas y que es solo un reflejo del buen hacer del coche en carretera.
BMW M3 E30
La firma Prodrive aprovechó el gran tirón del modelo de calle y propuso la entrada en el Campeonato Mundial de Rallys del BMW M3 E30. Se plantó en la cita con todo un especialista del asfalto, Bernard Béguin, un expiloto de Porsche que se pasó a los circuitos con BMW. Junto al preparador británico Prodrive, Béguin desarrolló un M3 para rallys.
El plazo era demasiado justo y a apenas un mes de la primera carrera hizo sus primeras pruebas. Tan justos estaban que la noche antes de la primera cita los técnicos del equipo de David Richards se quedaron hasta altas horas de la madrugada ajustando la suspensión, algo que dejaba entrever que no iba a ser un inicio fácil para Béguin y su copiloto.
En contra de todas las apuestas, el equipo salió a por todas y se colocaron líderes durante los cinco primeros tramos. Pero no todo le iba a salir bien al recién llegado, ya que una tormenta de nieve sorprendió a todos sobre el Col de la Vaccia.
Este cambio de escenario hizo que perdieran toda la ventaja al cometer el fatal error de salir con neumáticos slicks, un fallo que BMW tardó en perdonar al equipo por la mala imagen dada.
El piloto Yves Loubet, con un Lancia Delta HF Integrale entre sus manos, tomó el liderazgo de la carrera, pero la suerte sonrió a los alemanes. Al día siguiente sufrió un pinchazo que le haría perder mucho tiempo, el justo para que el BMW M3 E30 tomara de nuevo las riendas y, esta vez, no las soltó hasta la bandera de cuadros.
El equipo Prodrive, fundado solo tres años antes, lograba su primera victoria en el Mundial de Rallys de 1987. Esta también fue la primera victoria de Béguin y, por desgracia, la última que consiguiera en un Campeonato Mundial.
Todo el mundo esperaba el regreso al campeonato en 1988, pero la firma decidió quedarse con el dulce recuerdo de la victoria del año anterior en Córcega y no participar el año siguiente. Las dificultades del coche en suelo mojado hicieron que BMW decidiera no presentarse para mejorarlo con calma.
Esta decisión fue un error, ya que 1988 fue el año más seco que se recuerda, condiciones en las que el BMW M3 E30 hubiera sacado a relucir sus 300 CV de potencia del bloque atmosférico. Con el firme seco apenas se echaba de menos la tracción total, y la trasera del M3 daba un dinamismo soberbio al coche.
Nunca más un BMW M3 volvió a ganar un Campeonato Mundial de Rallys, ya que, después de eso, se centró en otro tipo de pruebas como el Nacional galo. Empezaba a llegar el final para los vehículos con tracción a dos ruedas en el mundo de los rallys, y la tracción total tomó el mando y no lo ha soltado a día de hoy.
Valor al alza
Lo cierto es que la buena fama del BMW M3 E30 de calle no se la dio la versión de rally. Es un deportivo puro con chaqueta de berlina, cosa que le encantaba a todo el mundo.
En el mercado de segunda mano es imposible encontrar un ejemplar de rally, pues todos están es exposiciones y museos. El modelo de calle está tan cotizado que vale casi lo mismo que un BMW M3 nuevo, algo lógico si tenemos en cuenta que es un coche que cada día vale un poco más que el anterior.
En definitiva, se trata de un coche de ensueño que tuvo una corta pero peculiar historia en el mundo del rally. Si eres uno de los afortunados de tener un M3 E30 en el garaje, cuídalo. Es posible que acabe valiendo más que tu propia casa.