Volkswagen Corrado, un deportivo con crisis de identidad
A finales de los años ochenta Volkswagen se encontró en la tesitura de renovar a uno de sus deportivos compactos más exitosos, el Scirocco II. Puestos a cambiar, se decidió desarrollar un producto más barato y cuya consigna fuera más prestaciones y un menor consumo. El proyecto derivó en el Volkswagen Corrado, el plan B de la compañía.
Partiendo de la base del Passat III y el nuevo Golf II, el nuevo Corrado se pensó como un producto aspiracional para conductores jóvenes. Sin embargo, la envergadura del proyecto elevó su precio de venta a niveles equivalentes a los de un BMW Serie 5. Costaba 42 500 marcos alemanes –3 615 552 ptas– de la época.
El problema del alto coste fue detectado demasiado tarde. En un inicio, el coche debía ser la tercera generación del Scirocco, un coche capaz de equipar la más alta tecnología de la marca. Entre los elementos más característicos están el alerón automático retráctil.
El Volkswagen Scirocco II se mantuvo con el Corrado ya a la venta, coexistiendo en los primeros años de vida de este último.
En un primer momento la firma alemana tenía prevista la comercialización de más de 20 000 unidades anuales, siguiendo los pasos del Scirocco II. Sin embargo, el Volkswagen Corrado nunca alcanzó este nivel de ventas estimado, como detallamos al final de este artículo.
Lamentablemente, con el desplome en el precio que experimento el Corrado en el mercado de segunda mano lo convirtió en una victima más del tuning. A día de hoy es complicado encontrar unidades que no hayan recibido alguna modificación cuestionable.
Diseño simple pero diferente
A nivel estético el Volkswagen Corrado bebía del lenguaje de diseño por el que la firma apostó durante la década de los 90. Esto se traduce en un cuerpo compuesto por superficies planas, simples y cantos redondeados, nada sorprendente. Sin embargo, esa caída con la cola truncada le otorga un aspecto diferenciador.
El frontal bajo y prominente destacaba por el enorme derivabrisas situado bajo el paragolpes, mientras que su pequeña parrilla pasó de las siete lamas iniciales a cuatro en los últimos. Como decíamos, el elemento más destacado del diseño del Volkswagen Corrado viene dado por la caída del techo, aunque esto no restaba mucho espacio interior.
Para alegría de muchos, el Corrado fue un deportivo práctico en el más estricto sentido de la palabra. Contaba con un habitáculo apto para cuatro ocupantes, y aunque los pasajeros de la segunda fila contaban con menos espacio, ofrecía mucho más que el resto de coupés del mercado.
También contaba con un maletero de 235 litros, que pese a no parecer mucho, las formas de la zona de carga lo hacían aprovechable. Además, la opción de reclinar los asientos posteriores añadía un plus de practicidad. Era en el interior donde Volkswagen se esmeró, concretamente con el equipamiento.
Aún compartiendo componentes de diseño con el Passat, el Corrado podía equipar cierre centralizado, retrovisores eléctricos, aire acondicionado, dirección asistida, asientos deportivos y frenos ABS entre otros. Los frenos eran unos discos ventilados de 280 mm delante y sólidos detrás.
Amplio abanico mecánico
Pese al enfoque deportivo con el que Volkswagen trataba y anunciaba al Corrado, este contaba con una variada oferta mecánica que incluía modestos propulsores de propulsores de cuatro cilindros hasta enormes motores de tres litros de cilindrada. No todos estuvieron disponibles en nuestro país.
Los más básicos recurrían a motores de ocho válvulas, pero nunca llegaron a España. Si que lo hicieron los 16v, compartidos con el Golf y con una potencia de 139 CV de un 1.8 litros. Como tope de gama se situó durante años el famoso Corrado G60, con 160 CV.
El G60 recurría al mismo propulsor de 16v del anterior, pero añadía un compresor volumétrico que aumentaba la potencia y ofrecía par instantáneo. Se eliminaba así el tan temido lag de la turboalimentación. Ofrecía toda la potencia desde 1 500 vueltas, y aceleraba hasta los 225 km/h sin despeinarse.
Lamentablemente, el G60 se ganó la fama –errónea– de poco fiable. El problema de este residía como no, en el compresor. Si no se dejaba calentar lo suficiente el aceite, el compresor podía romperse si se le exigía velocidad. Como suele ocurrir, todo se soluciona con un correcto mantenimiento.
Volkswagen Corrado VR6, el más deseado
Más adelante aterrizaría el afamado Corrado VR6, con motor de seis cilindros en uve cerrada, 12v y tres litros que entregaba 190 CV en Europa, pero que en Norteamérica se redujo a 174 CV debido al uso de mayores catalizadores. El VR6 aterrizó en nuestro territorio en 1992 con un precio prohibitivo de casi cinco millones de pesetas.
El Corrado VR6 marcó un crono de 9 minutos y 24 segundos en el Nürburgring Nordschleife a una velocidad media de 131 km/h, toda una hazaña.
Fracaso comercial
Si atendemos a las cifras de producción a las que acostumbra Volkswagen desde hace décadas, la aventura del Corrado puede considerarse un rotundo fracaso, habiéndose producido 97 621 unidades en seis años. Parte de la culpa recae en el alto precio, inasumible para el público al que estaba enfocado el coche.
La cara buena de todo este asunto es que, desde el momento en el que se detuvo la producción del Volkswagen Corrado, la marca siempre ha ofrecido en su gama un compacto de tintes deportivos. Durante años esto fue así gracias a los GTI, pero en 2008 todo cambió cuando aterrizó el tercer Scirocco, basado en el Golf.
A modo de conclusión, el Corrado puede considerarse un producto de nicho que no hizo más que mejorar la imagen de Volkswagen en todo el mundo. No fue un coche que motorizase a las masas, ni mucho menos, y pese al mínimo benefició que reportó a la marca, es uno de los clásicos más queridos de la historia de Volkswagen.