Renault 5 GT Turbo, la pelotilla atómica de los 80
Los fabricantes franceses fueron muy dados a crear versiones vitaminadas de sus coches más vendidos. Tras el éxito del Renault 5 Copa Turbo, en los ochenta acudimos a la llegada del Renault 5 GT Turbo, basado en la segunda generación del popular utilitario francés.
Con una arquitectura completamente nueva, Renault creó una obra maestra que conquistó a la prensa de la época y a todo aquel que se ponía a sus mandos. Ahora, con más de tres décadas, toca repasar que ofrecieron las dos versiones que hubo disponibles en los 6 años que estuvo en producción (1985-1991).
Diseño exterior
A nivel estético el Renault 5 GT Turbo se desmarcaba del resto de ‘Supercinco’ con un kit de carrocería específico. El frontal contaba con un nuevo paragolpes, más bajo y con un labio inferior diseñado para desviar el flujo de aire. Todos los pasos de rueda fueron ensanchados con protecciones plásticas, igual que la talonera lateral.
Por su parte, la zaga también recibía un nuevo paragolpes más deportivo, un prominente spoiler sobre la ventanilla y en la misma un enorme rótulo que decía: Turbo. Según versiones los laterales también gozaban de adhesivos específicos.
Los Renault 5 GT Turbo de primera serie montaban una parrilla con el logo centrado, por la parrilla con el logo desplazado a la izquierda de los serie dos.
En cuanto a las ruedas, montaba gomas en medida 175/60 sobre llantas de aleación de 13 pulgadas cuyo diseño no ayudaba a una correcta refrigeración de los frenos, los cuales tenían tendencia a fatigarse. Con el restyling cambió el diseño de las llantas por uno con mayor abertura, pero se mantuvieron las medidas anteriores.
Interior y equipamiento
El habitáculo del Renault 5 GT Turbo era, como en la mayor parte de los coches de la época, un espacio gobernado por el plástico duro que tan mal ha envejecido con el paso de los años. La distribución de los mandos no era la óptima y el equipamiento disponible brillaba por su ausencia.
La deportividad y ligereza de la que hacía gala el pequeño francés le costó el aire acondicionado y la dirección asistida, pero a cambio ofrecía elevalunas eléctricos, cierre centralizado y unos asientos de corte deportivo (para los estándares de la época).
Prestaciones del Renault 5 GT Turbo
Mecánicamente Renault partió el conocido bloque Sierra de cuatro cilindros y 1.4 litros de cubicaje al que se le introdujo un turbocompresor Garrett T-2. Para un correcto funcionamiento del mismo se obligaba al motor a trabajar a temperaturas elevadas, para lo que se tuvo que acoplar un nuevo encendido.
Con este nuevo sistema se reducía la potencia y se mantenía un correcto nivel de prestaciones cuando se le exigía mucho al motor. En un primer momento rendía 115 CV que para la época eran sorprendentes.
Sin embargo, la pobre distribución de algunos de sus componentes dentro del vano motor hizo que el coche sufriera de recalentamiento y que incluso el sistema eléctrico se viera afectado por el quemado de los cables. Para la segunda serie del mismo la potencia aumentó hasta los 120 CV, se mejoró la refrigeración y se modificó la posición de los componentes más sensibles.
En todo los casos se montaba una caja de cambios manual de cinco velocidades de desarrollos cortos y precisos. Además, ambas series se diferenciaban en su comportamiento por el esquema de suspensión delantero, menos nervioso en la segunda serie.
Por temas de emisiones en algunos mercados el Renault 5 GT Turbo se sustituyó por un menos capaz Renault 5 GTE, cuya mecánica de 1.7 litros heredada del Renault 19 ofrecía unos escasos 95 CV. Pese al cambio de motor, tanto estéticamente como las suspensiones y frenos eran iguales que en el GT Turbo.
Valor histórico
Ya sea por aquello de revivir la infancia o porque ahora se empieza a apreciar de nuevo las sensaciones al volante, el precio del Renault 5 GT Turbo se ha disparado en los últimos años. Este curioso utilitario ha sido víctima de la burbuja de precios en los coches clásicos.
En unos años este codiciado deportivo de culto ha llegado a triplicar su valor, y se mantiene al alza.
Aquellos que quieren experimentar lo que es conducir este francés porque en su época no eran más que niños tendrán que desembolsar en torno a 10 000 euros por una unidad en buen estado. Con una búsqueda en profundidad podrás ahorrar algunos euros, pero en coches tan exquisitos y con estos años es mejor no escatimar.