Volkswagen Caddy, la navaja multiusos
Poco o nada tienen que ver las furgonetas de hoy día con las de hace una década: ruidosas, poco confortables y solían venir muy flojas de equipamiento. La Volkswagen Caddy es el claro ejemplo de que hay alternativas reales a los monovolúmenes convencionales y, por qué no, incluso superarlos.
En vez de derivar directamente de vehículos utilitarios, como se ha hecho en generaciones pasadas en todas las pequeñas furgonetas, esta Caddy ha robado el chasis al Touran, por lo que el confort de marcha y la calidad de rodadura están garantizadas.
Diseño exterior del Volkswagen Caddy
Es un vehículo comercial, de eso no hay duda, pero el nivel de cuidado en todas sus líneas está mucho más cuidado que en una Citroën Berlingo o una Opel Combo, modelos con menos empaque estético.
El frontal sigue la línea de la marca alemana, con una pequeña y recta parrilla, y unos pilotos que recuerdan bastante a los del Volkswagen Sharan. El paragolpes delantero cuenta con cromados y detalles de calidad, como encontraríamos en cualquier modelo de la marca.
Lateralmente, es donde más sale a la luz la forma de furgoneta, con mucha superficie acristalada y una altura considerable de 1,82 metros. Las formas cuadradas son esenciales para poder presumir de espacio interior.
La trasera luce unas formas muy limpias y ordenadas, algo típico en la marca, con unos pequeños y sencillos pilotos, pero con una calidad de ajustes entre piezas muy conseguido.
Diseño interior y habitabilidad
El salpicadero del Volkswagen Caddy está lleno de piezas que nos recuerdan a otros modelos de la marca, con mandos y botones que podemos encontrar en el Polo, el Golf e incluso del Passat. A diferencia de los que encontramos en estos tres modelos, en el Caddy todos los plásticos son duros, aunque la calidad de los ajustes es muy buena y dan sensación de robustez.
El interior es sobrio, pero muy práctico, y el único error que le hemos encontrado es la posición de la pantalla multifunción, muy baja para consultarla en marcha, lo que obliga a apartar la vista de la carretera demasiado tiempo.
Los asientos delanteros son cómodos, aunque les falta un poco de sujeción lateral. La palanca de cambios difiere mucho de la de un Golf, ya que es bastante larga y los recorridos al cambiar de marcha son muy amplios, aunque precisos.
Se puede optar por dos, cinco o siete plazas, la última solo con la versión alargada llamada Maxi, que mide 45 centímetros más que la normal y que convierte al Caddy en todo un autobús familiar.
La segunda fila de asientos es mejor que la de la mayoría de sus rivales, sobre todo en la anchura disponible, con tres plazas diferenciadas, solo igualada por grandes monovolúmenes como el Sharan o el Alhambra. Los asientos se desmontan con facilidad, por lo que se puede configurar el interior como queramos.
La tercera fila, en opción, consta de una banqueta doble, bastante aprovechable pero menos cómoda que las plazas intermedias.
El maletero varía dependiendo de la configuración, y va desde los 530 litros hasta los 1 350 litros, por lo que las posibilidades de este Volkswagen Caddy son infinitas.
Dinámica y motores
Pocas furgonetas tienen tan buen rodar como esta Caddy, y es que apenas notas diferencias con un coche normal y trasmite sensación de aplomo y seguridad en todo momento.
En autovía se muestra estable y muy rutera, con un cuidado por los detalles más propio del Touran. El amplio habitáculo ayuda a que los largos viajes sean más llevaderos y dispone de todas las comodidades que puedas necesitar.
En carreteras con curvas pronunciadas se hacen notar esos centímetros de altura de más, pero la suspensión sostiene muy bien la carrocería y no permite balanceos peligrosos. La conducción en este tipo de vías es más similar a la del Sharan que al Touran, ya que este último gira más plano y sus respuestas son más vivas.
Dispone de motores gasolina, diésel y gas natural, con potencias comprendidas entre los 102 y los 150 CV, cifras superiores a la que ofrecen la mayoría de sus rivales.
En gasolina está disponible con un interesante 1.4 TSI de 125 CV y el acabado básico Trendline, con el que pasa de 0 a 100 km/h en 10,9 segundos y logra un consumo de 5,9 l/100 km. A este motor hay que añadir el recién llegado 1.0 TSI de 102 CV, un magnífico motor de acceso que abarata el precio de partida.
La opción que funciona tanto con gas natural como con gasolina es el 1.4 TGI de 110 CV, una alternativa real al diésel.
En gasóleo parte de un 2.0 TDI de 102 CV, al que le sigue uno de 122 CV y otro de 150 CV, todos ellos con el mismo bloque. La opción de menos potencia está pensada para un uso mayoritariamente urbano, y las otras dos dan al Volkswagen Caddy unas prestaciones considerables que ninguna de sus alternativas ofrece.
Precio y conclusión
La oferta arranca en 23 698 euros sin descuentos que vale con el motor gasolina de 102 CV y el acabado Trendline, y va hasta los 40 064 euros que pide la marca por el Volkswagen Caddy 2.0 TDI de 150 CV Confortline con el cambio DSG y tracción 4Motion.
Son precios elevados si lo comparamos con una furgoneta tipo Citroën Berlingo o Renault Kangoo, pero esta Caddy ofrece mucho más que ellas, por lo que es más razonable hacerlo con monovolúmenes. Las posibilidades que ofrece son infinitas y la calidad general está a la altura que esperas con esos niveles de precio.