Ferrari F1-2000, el fin de la sequía de títulos
La Scuderia Ferrari se encontraba inmersa en una profunda crisis en la década de los 90. Llevaban desde 1979 sin ganar ningún solo título, y los monoplazas italianos desarrollados en los ochenta no fueron para nada exitosos.
Esta tendencia continuaría hasta bien entrada la década de 1990 con la llegada de un tal Michael Schumacher, procedente del equipo Benetton.
El alemán acababa de lograr sus dos primeros títulos en 1994 y 1995; y se marchó del equipo que lo vio formarse rumbo a Maranello, para importar consigo a multitud de los ingenieros de su anterior equipo con la intención de mejorar a la Scuderia.
Tras un 1996 de transición, pronto se pudo observar cómo los monoplazas del cavallino rampante rendían cada vez mejor, pero seguían sin ganar títulos.
Cerca estuvieron de erigirse campeones en 1998 y 1999, pero la buena mano del finlandés Mika Häkkinen y Adrian Newey con el McLaren de aquellos años le privaron de dicha gesta.
Tras este varapalo, el comienzo del nuevo milenio debía ser el fin de la sequía de títulos, el regreso al soñado éxito; por suerte para la historia fue así gracias al F1-2000, el monoplaza de Ferrari para la temporada del 2000, razón por la que se ha convertido en un todo clásico para recordar.
Mejoras introducidas
La primera mejora en el equipo fue la llegada de Rubens Barrichello en detrimento de Eddie Irvine. El resto de nombres permanecieron ligados a sus respectivos roles como hasta entonces: Luca Badoer como probador, Schumacher como piloto y el binomio Jean Todt-Ross Brawn en la dirección del equipo.
En cuanto al F1-2000, se trataba del 47º monoplaza de la Scuderia en la Fórmula 1, y estaba desarrollado sobre el F399 del año previo.
Entre sus mejoras más importantes nos encontrábamos con una evolución de su motor V10 3.0, que entonces entregaba entre 770 y 850 CV de potencia. Dicho propulsor iba acoplado a una caja de cambios semiautomática de 7 velocidades que trabaja con levas tras el volante.
Aerodinámicamente, el diseñador sudafricano Rory Byrne mantuvo el morro alto –el bajo llegaría en 2001– y las formas del alerón apenas cambiaron.
Mayores fueron los cambios en el perfil, con nuevos apéndices a lo largo del pontón, y ligeros retoques en el fondo plano, difusor y alerón posterior. Había nacido una nueva criatura.
Resultados
La temporada no pudo comenzar mejor para los italianos y para el ‘kaiser’, pues se abonaron a la victoria en las tres primeras carreras, con Barrichello presente en algún podio. Sorprendentemente, una racha de abandonos a mitad de año complicó las cosas, y se repetiría un año más una lucha entre el alemán y el finlandés de McLaren.
Durante las horas bajas de Schumacher, su compañero brasileño anotó un esporádico triunfo en el Gran Premio de Alemania; tras la primera victoria de la trayectoria profesional de Barrichello, llegaron dos consecutivas de McLaren para las que el ‘kaiser‘ tenía respuesta: ganar las cuatro últimas carreras, nada más y nada menos.
Con una recompensa de 10 puntos por victoria, el alemán llegaba a la penúltima cita del año –el Gran Premio de Japón– con el trabajo casi finalizado y cero preocupaciones. Si ganaba la carrera, daría igual el resultado de Häkkinen, y sería el primer campeón con Ferrari tras 21 años. Dicho y hecho.
El alemán dio un nuevo recital de pilotaje al límite y obtuvo su octava victoria del año, la más importante de todas: el tercer título de Schumacher suponía el retorno de la Scuderia al éxito.
Hombre y máquina se fusionaron para funcionar como un reloj suizo, sin fallos, para así obtener su tan ansiada recompensa. Además, Barrichello terminó cuarto la temporada, por lo que el equipo también se llevó el título de constructores.