Toyo Proxes R1R: test del grip de competición para la calle
Confundidos como neumáticos de tipo semislick, los Toyo Proxes R1R se convierten la mejor alternativa para aquellos que quieren disfrutar del máximo agarre, cercano al de neumáticos de competición, pero que no sea necesario calentarlos para circular con seguridad. Y es que, si hace frío y el suelo está mojado, un semislick puede resultar peligroso. No es este el caso.
En BuscoUnCoche hemos probado muy a fondo estas cubiertas, que son verdaderos chicles tanto en seco como en mojado. Tanto es así que son utilizadas en diversas competiciones, tales como subidas, drifting e incluso rallys, sobre todo cuando se trata de categorías más modestas.
Su gran relación precio-duración- grip convierte a los Toyo Proxes R1R en la opción perfecta para aficionados, principiantes o presupuestos ajustados. O simplemente para quienes tienen un vehículo de recreo para darse una vuelta el fin de semana por una revirada carretera de montaña.
En el caso que nos ocupa, un juego completo de estos neumáticos en medida 195/50/R15 –que es bastante económica en general– cuesta poco más de 300 euros si los pedimos por internet, envío incluido y montaje aparte: por unos 350 euros quedarían montadas en tus llantas. Ahora bien, pregunta antes en tu taller por si te las puede traer por el mismo precio o por uno mejor.
Estos Toyo Proxes R1R estuvieron montados durante 5 años en un Mazda MX-5 NB 1,8 ’98 –segunda generación– modificado con 150 CV y relación muy cerrada de 6 velocidades, de 1 000 kilogramos y propulsión.
Agarre de los Toyo Proxes R1R
Desde que recorremos los primeros metros ya ofrecen un agarre sencillamente sorprendente, y es que si el coche tiene una potencia moderada –150-200 CV según el par motor y el peso– se puede salir de las curvas pisando a fondo sin perder prácticamente nada de tracción. Ello variará según la velocidad a la que negociemos la curva, pues el límite de adherencia depende tanto de los esfuerzos transversales como longitudinales.
Desde luego, es un producto muy satisfactorio para aquellos que se consideran amantes de la conducción deportiva, pero que al mismo tiempo desean seguridad cuando las condiciones climáticas no sean las más propicias. La confianza que dan estos Toyo Proxes R1R en seco y en mojado es incomparable al resto de neumáticos deportivos normales de primeras marcas.
Incluso cuando hacen unos 5 ºC y está lloviendo, el grip no parece resentirse en absoluto. En este sentido, queda claro que no son semislicks, como sí lo son los Toyo Proxes R888R, cuyo compuesto precisa cierta temperatura para poder circular con seguridad, lo que es más sencillo con un coche más pesado y neumáticos más estrechos; con un vehículo ligero y cubiertas anchas puede ser muy difícil.
Puede ser tan complicado que, en algunos casos, son necesarias unas condiciones climáticas de unos 20 ºC e ir provocando cierto deslizamiento para que vayan cogiendo temperatura; para mantener ese calor en la cubierta habría que ir ‘con el cuchillo entre los dientes’, algo poco recomendable en la vía pública. Al menos si valoramos nuestra seguridad y la de los demás.
Este gran inconveniente no lo sufren las Toyo Proxes R1R (aunque en circuito queden algún segundo por detrás de un semislick), salvo que se nos ocurra conducir con ellos bien por debajo de los 0 ºC y con abundante nieve. En este caso, ningún neumático de verano es eficaz, pero el compuesto de estos Toyo es prácticamente inútil; la profundidad de su escaso dibujo tampoco ayuda para ‘cortar’ la nieve.
Así, el ‘taco’ de esta cubierta es bastante bajo y, si bien el grip en mojado es espectacular, es recomendable moderar la velocidad si llueve abundantemente o si la carretera no drena lo suficiente y quedan charcos. De lo contrario, podríamos sufrir algo de aquaplaning: que los neumáticos no sean capaces de desalojar al agua con suficiente rapidez y el coche ‘flote’ encima del charco.
Precisión, consumo y duración
Una gran ventaja de estos Toyo Proxes R1R es que la gran rigidez de su carcasa –sin ser excesivamente dura– dota a la dirección de precisión y rapidez ante las órdenes marcadas por el volante.
Desde luego que para conducción dinámica es lo mejor, pero tal fortaleza de la carcasa no es ‘gratis’, sino que para que la estructura sea tan reforzada se precisa un extra de material que incrementa el peso. Ello, junto al hecho de que el compuesto es extremadamente blando incrementa la resistencia al avance y, por tanto, penaliza el consumo de combustible.
Del mismo modo, un compuesto tan blando –junto a un dibujo poco profundo– supone una duración menor que la de cualquier neumático deportivo convencional. El kilometraje total que queramos sacar de estas cubiertas dependerá de varios factores:
- Estilo de conducción: si es agresivo y se tiende a hacer deslizar las ruedas, durarán bastante menos que si se conduce de manera ágil y ordenada.
- Peso del vehículo: a mayor masa, más sufren las ruedas.
- Tipo de tracción y reparto de pesos: un vehículo de propulsión con el motor delantero (Mazda MX-5) –distribución de masas 50/50– conservará mejor los neumáticos que uno de tracción delantera, de motor central (Porsche 718) o trasero (Porsche 911).
En el Mazda MX-5 duraron 5 años y 30 000 kilómetros con uso combinado de carretera, ciudad conducción deportiva y unas tandas de drift, y por muy poco no llegaron a los testigos.