Los puntos de carga para coches eléctricos en España
No queda la menor duda de que los automóviles impulsados por energía eléctrica son la evolución del transporte privado. Además de presentarse como una opción económica para los conductores, su tecnología es futurista y compasiva con el medio ambiente.
Pero… ¿Qué ocurre con los puntos de carga para coches eléctricos en España?
Si nos vamos a las estadísticas, en España había poco más de 8 250 vehículos a electricidad hasta finales de enero del año pasado. Unos 5 000 habían sido matriculados en el último periodo anual, lo que indica que el mercado genera atractivo. Y los puntos para recarga de electricidad son 2 511 a nivel nacional, según Electromaps.
¿Hay suficientes puntos de carga en España y Europa? ¿Es poco conveniente comprar aún este tipo de coches? La respuesta a este interrogante, en realidad, es compleja y variopinta.
El problema de los puntos de carga para coches eléctricos en España
Si verificamos solamente los números, podremos notar que la proporción entre los puntos de carga y los automóviles eléctricos es bastante ajustada. Limitaciones normativas y falta de concreción de proyectos parecen ser los obstáculos a vencer.
La mayoría de los puestos de carga que existen son privados, pero no pueden cobrar por la recarga. En la mayoría de los casos, este servicio se ofrece como valor agregado en el desarrollo de la actividad comercial de cada negocio.
Los comercios con mayor cantidad de puntos de recarga son los parkings (516), hoteles (338), concesionarios (247) y centros comerciales (175); su uso supone el consumo de los conductores que no siempre se paran a comprar, o que desconocen la ubicación de los mismos.
Los puntos de carga solo abundan en las metrópolis
Otro problema es la distribución vial de las estaciones eléctricas. Barcelona es la entidad que cuenta con más puestos, 462, mientras que Madrid le sigue con 307 y, sorprendentemente, las Islas Baleares con 107 puntos. Es evidente que es fácil recargar en las zonas urbanas, pero no así en las afueras de las ciudades.
Existe la idea entre los conductores españoles de que un coche eléctrico podría dejarnos sin fuente de alimentación en cualquier momento. Añadido a esto, queda claro que la mayor fuente de carga eléctrica de estos automóviles está en las casas de los dueños.
Y mientras la carga admitida por este tipo de coches sea equivalente a recorridos de 300 a 400 kilómetros, la desconfianza existirá. En contraste, muchos conductores que apuestan por esta tecnología señalan que todo es cuestión de planificación a la hora de recorrer largas distancias.
Hacia un modelo de infraestructura
Nada de lo dicho anteriormente significa que adquirir vehículos eléctricos sea una mala inversión. Por el contrario, estos y los que utilizan gas natural como combustible parecen ser el futuro del transporte sobre ruedas. Lo único seguro es que la infraestructura está en pleno proceso de creación y desarrollo.
Y las proyecciones son bastante positivas. Existen varios proyectos de cargadores por construir y de otros que serán instalados en negocios privados. La cantidad de proyectos nacionales y regionales auguran que las cosas cambiarán en el mediano plazo.
Las compañías fabricantes están participando en la construcción de puntos de carga para coches eléctricos en España. Esta es una señal clara de que esta tecnología es una apuesta cara a los años venideros.
La marca Tesla ya tiene 90 puestos de recarga en el país. Además, Daimler, Ford y los grupos BMW y Volkswagen buscan romper la autonomía mediante su empresa conjunta: Lonily. El objetivo es crear 400 estaciones de recarga en toda Europa, y 2020 es la fecha tope para la hazaña conjunta.
Otro plan internacional muy esperado es la conexión Lisboa-París, Madrid mediante. Esto traería la instalación de 25 nuevos puntos de carga para coches eléctricos. Lo mejor es que se está pensando en grande: rutas, largas distancias y conexión entre países.
Cambios normativos y administrativos
Solamente una gestora de cargas controlada por el Ministerio de Economía está autorizada para cobrar por el servicio. Esto afecta, por tanto, al interés de otras empresas que pudieran entrar al negocio de las llamadas ‘electrolineras’.
El otro inconveniente que estos proyectos tienen de momento es que la normativa que regula la materia es nueva, precaria y debe ser perfeccionada.
Pero aún con los escollos administrativos y legales que supone el negocio, parece que todo va hacia buen puerto. En resumen, los automóviles eléctricos son ya un asunto del presente, pero como en toda innovación existe un momento inicial de adaptación.