El pacto de caballeros que limitó los deportivos japoneses a 280 CV
La cultura automovilística japonesa es una de las más importantes a nivel mundial y es respetada por cualquier aficionado que se precie. Del país nipón han salido algunos de los deportivos –y no tan deportivos– más especiales de la historia.
Ya sea por lo que significaron o por su pedrigrí en competición, hay muchos coches que son ‘carne de cañon’ en el mercado de usados, lo que ha provocado una escala en el precio de estos.
Sin embargo, en este mercado –Japan Domestic Market o JDM– todos los coches fabricados han estado limitados a 280 CV de potencia durante casi dos décadas.
¿Qué razón hubo para que se implantase tal restricción? ¿Por qué actualmente no se tiene en cuenta? Hagamos un repaso a la historia de esta peculiaridad automovilística.
Implantación del límite de potencia
Para conocer la razón por la que se implantó el limite de 280 CV de potencia primero hay que atender a otra limitación japonesa: una velocidad punta máxima de 180 km/h, la cual sigue vigente a día de hoy.
A finales de la década de los 70 se empezaron a popularizar las carreras ilegales en carretera abierta, lo que suponía un riesgo tanto para los infractores como para el resto de conductores inocentes.
Esta actividad delictiva derivó en un repunte de la mortalidad en carretera, por lo que la Asociación Japonesa de Fabricantes de Automóviles decidió que se limitase la velocidad máxima de todos los coches a 180 km/h.
A pesar del límite de velocidad máxima, la mortalidad ascendió hasta superar las 1 000 victimas anuales.
Finalmente, con un resultado mínimo y un mayor número de victimas en carretera se decidió actuar con antelación y limitar también la potencia de los coches; para la década de los 80 esta comenzaba a aumentar considerablemente gracias a las mejoras técnicas.
Dicho y hecho, la Asociación Japonesa de Fabricantes de Automóviles se reunió con todos los fabricantes japoneses y se llegaría a un pacto de caballeros –no fue necesaria ninguna ley ni similares– en el que todas las firmas se comprometían a limitar sus coches en 280 CV. El Nissan 300ZX Twin-Turbo de 1988 sería el primer coche que se adaptaba al pacto.
La práctica totalidad de los deportivos de finales de los 80 y la década de los 90 se vieron afectados por esta medida, aunque al mismo tiempo contribuyó a la creación de algunos de los mejores propulsores de todos los tiempos.
Quizás te suenen las siglas RB26DETT y 2JZ-GTE, son los motores de los Nissan Skyline GT-R y Toyota Supra Mk.IV Turbo, coches limitados a 280 CV de potencia en Japón que en otros mercados superaban los 300 CV fácilmente.
Esto se debe que los motores de esta época eran sobredesarrollados, con el fin de prevenir una posible abolición del pacto. Con motores resistentes pero limitados, los fabricantes se cubrían las espaldas en caso de necesitar aumentar la potencia si el pacto no era respetado.
Se dice que el RB26DETT es capaz de aguantar hasta 600 CV sin necesidad de refuerzos internos.
Todo tiene su fin
Sin embargo, durante el tiempo que el pacto estuvo en activo la seguridad de las carreteras y los coche mejoró. Esto fue así hasta tal punto que en 2004 la Asociación Japonesa de Fabricantes de Automóviles emitía un comunicado donde informaban que no veían relación entre la velocidad y las muertes en carretera.
Este anuncio fue tomado por las firmas niponas como el fin del pacto de caballeros y desde entonces la potencia de sus coches no hace más que crecer. El principal ejemplo de ello es el Nissan GT-R, que en su versión Nismo alcanza los 600 CV, mientras que la berlina presidencial, el Toyota Century, homologa 445 CV.