Coches para disfrutar conduciendo
Los coches para disfrutar conduciendo son una especie en extinción. En la actualidad, el mundo del motor avanza a ritmo imparable y frenético hacia la total automatización.
Estamos ante una tecnología en donde los seres humanos tendrán poco o nada que hacer una vez se coloquen tras el volante. Incluso, en un futuro no muy lejano, tal vez ni siquiera haya volante.
Los concesionarios están repletos de muchos modelos sin mayores rasgos diferenciales; coches diseñados para ser cómodos para el día a día en entornos urbanos. Prácticos para desplazamientos interurbanos en autopistas, y hasta con algunas capacidades para rodar más allá del asfalto.
Aunque hay muchas opciones en el mercado, se trata de coches ‘planos’, sin sorpresas. La combinación de todos estos factores ha convertido las experiencias de conducción en actos semi automáticos y aburridos. Predecibles.
A mayor seguridad ¿menos diversión?
La mayoría de las marchas de coches se han esforzado en las últimas décadas por ofrecer autos seguros. Son vehículos que difícilmente se saldrán de la vía o que evitarán que quienes los conduzcan tomen una curva a más velocidad de la que deberían.
Son máquinas que se estacionan solas o que ofrecen asistencia para arranques sobre cuestas empinadas. Es así como muchos conductores, sobre todo aquellos con años de experiencia, sienten que los nuevos autos no dejan espacio para el talento.
Coches para disfrutar conduciendo: no todo está perdido
Pese a la invasión a gran escala de los SUV genéricos, aún hay espacio para aquellos que disfrutan conducir; aquellos conductores que llevan sus máquinas al límite y les exigen no solo potencia y velocidad. También es importante la estabilidad al tomar curvas o capacidad y adaptarse a las condiciones más adversas.
Todavía hay coches que su rendimiento y prestaciones dependen del buen oficio de quien va sentado en el puesto de conducción. Se trata de vehículos para subir las cuestas más empinadas o deslizarse con solvencia entre las curvas más cerradas.
En la práctica, para sortear con éxito estos y otros obstáculos, estos coches necesitarán de alguien que los conduzca con inteligencia. Y ello sin pasar por alto las normas de seguridad a cumplir en cada caso.
Modelos clásicos
Los puristas de los autos, aquellos que viven analizando coches para disfrutar conduciendo, suelen mirar al pasado. Antes de los sistemas de ayuda computarizados, los conductores debían exhibir sus habilidades, incluso desde el momento del arranque o al estacionarse.
Entre los modelos más apreciados destaca el Renault R5 Turbo. Muchos conocedores incluirán, por razones varias, casi cualquier versión de este pequeño turismo francés fabricado entre 1972 y 1985 en sus listas particulares de coches divertidos. El R5 Turbo se impone con ventaja por encima del resto.
Esta versión es fácil de identificar, gracias a su motor central de propulsión trasera. El diseño exterior incluyó una retaguardia más ancha, provista con entradas de aire para refrigerar la máquina. Llegó a tener 160 CV y capacidad para 1,4 litros, y se convirtió en sinónimo de potencia y clase.
Otros clásicos
El Ford Sierra Cosworth es otro de los modelos emblemáticos de la década de 1980. Destacó por sus grandes alerones, que además de convertirse en sello de la marca estadounidense, tenían la función de mantener al auto pegado al asfalto.
El Mini Cooper fue, desde sus orígenes, referencia entre los coches para disfrutar conduciendo. Su pedigrí es tal, que está considerado como el auto más influyente del siglo XX, solo por detrás del mítico Ford T.
También hay que mencionar al Opel Kadett GSI, otro coche de los años 80 que sigue destacando en la actualidad. Un modelo nacido de los ralis, con una máquina de 150 CV y carrocería ultraligera.
En condiciones adversas
Aunque pueda parecer un contra sentido, son muchas las personas que disfrutan ir tras el volante bajo las condiciones climatológicas más adversas. Puede ser a mitad del invierno, metidos en una nevada.
Para este tipo de conductores, hay coches de últimas generaciones que cuentan con gran variedad de sistemas de ayuda, pero en los que las destrezas humanas siguen siendo importantes.
La última generación del longevo Fiat Panda (otro coche nacido en los 80) destaca especialmente. Aunque su apariencia ligera y urbana genera dudas, su rendimiento es incuestionable.
Otro modelo a recordar, el Range Rover Evoque Convertible, sobresale por dos razones. La primera es su motor de 150 CV (en la versión más modesta), con una tracción integral que no se detiene ante nada. Lo segundo es su techo descapotable, que permite vivir el espacio exterior que rodea a la conducción.