La burbuja de precios en la que está inmerso el mercado de coches clásicos
Es un hecho. Desde hace unos años, el mercado de coches clásicos se encuentra inmerso en una burbuja con la que los precios no dejan de subir y subir, alejándolo de los bolsillos de la gente de a pié. Este fenómeno parece tener cuerda para rato, y hay varios factores que lo han provocado.
Inicialmente, el precio de los clásicos más importantes y antiguos como el Ferrari 250 GTO y similares fueron los primeros en experimentar un incremento sustancial de su valor. Si estos cambiaban de manos por unos 5 millones hace 10 años más o menos, actualmente lo hacen cercano a los 50 millones, diez veces más.
Este efecto poco a poco empezó a extenderse a clásicos cuya antigüedad no era excesiva, pero contaban con algo especial. Un claro ejemplo de esto es la primera generación del BMW M3 (E30), un deportivo de culto que actualmente se acerca peligrosamente a los 100 000 euros en las mejores unidades.
Como si de una epidemia se tratase, cada vez era más los coches que aumentaban rápidamente su valor en poco tiempo. De repente y en plena crisis, los coches clásicos se habían convertido en inversiones rentables como lo fue la construcción tiempo atrás en los años de bonanza económica.
Lo que sufrimos ‘el resto’
Con la mayor parte de coches clásicos ya fuera del alcance de los bolsillos de un ciudadano medio con ganas de un recuerdo de su infancia o simplemente por afición, la burbuja comenzó a extenderse a los clásicos más económicos. Obviamente, cuanto más renombre, mayor es la inflación ha sufrida.
Entre los casos más destacados está la primera generación del Volkswagen Golf GTI, Renault R5 GT Turbo y similares, es decir, pequeños utilitarios deportivos de los ochenta. La burbuja ha llegado hasta tal punto que en ciertos coches las unidades producidas son un detalle indiferente.
Véase el Mini original. Hasta no hace mucho, una buena unidad se podía comprar por unos 4 000-5 000 euros, y estamos hablando del Mini 1 000, el nivel intermedio entre el 850 y el 1 300. Ahora, en pleno 2018 una buena unidad, cuidada y un poco preparada supera los 10 000 euros.
Un Volkswagen Golf I GTI en buen estado cada vez está más cerca de los 20 000 euros que de los 10 000.
Los Mazda MX5 NA –la primera generación de este popular roadster– cada vez están más caros cuando solían encontrarse a unos miseros 3 000 euros. Con el repunte de estos, es la segunda generación –NB– la que ha recogido el testigo de descapotable económico. Además, a estos se le suman lo cambiante que es el precio de los descapotables en verano.
Afortunadamente, en España aún nos queda el SEAT 600. Este pequeño utilitario de producción nacional que motorizó el país parece resistirse a una subida de precios. El precio medio de una unidad decente oscila entre los 2 000 y 3 000 euros.
EE.UU, la nueva culpable
Un detalle que comparten todos los modelos mencionados anteriormente es su antigüedad. Sin embargo, ya llevamos casi un cuarto de siglo consumido y los clásicos modernos ya tienen casi 30 años e incluso menos. Esto es un problema, sobre todo si queremos un coche al que no podemos acceder si no es mediante la importación.
Hablar de clásicos e importación nos lleva directamente a Japón, un país con una gran afición al automovilismo y que en los 80 y 90 vivió una edad de oro en cuento a deportivos. Los Skyline GT-R y Supra son los más conocidos, pero también están los Silvia, ZX, AE86, Cappuccino y muchos más.
Muchas unidades de estos coches están a la venta en su país ya que allí no se destila el conservar los coches durante años. Estos se suelen sustituir en menos de 10 años por el Shaken, y los ya viejos se subastan para importación, lo que nos lleva a Estados Unidos.
Al otro lado del charco existe una ley que prohíbe la importación de vehículos con menos de 25 años a no ser que se pasen pruebas de choque que lo verifiquen. Esta ley provoca que multitud de coches que cumplen dicha edad aumenten su precio por la demanda de EE.UU, especialmente los deportivos japoneses.