Hábitos que desgastan nuestro motor
Son muchos los hábitos que tenemos día a día y que desgastan poco a poco el motor de nuestro coche. Esto puede suponer un problema, dado que a la larga pueden ocasionarnos averías costosas y, en su caso, accidentes de tráfico. Veamos los más comunes.
Costumbres peligrosas
Vamos a hablar de algunas de las costumbres que hacen que la vida de nuestro motor sea cada vez más corta. Una de las leyendas urbanas que pueden hacer mucho daño al motor, es la que dice que calentar el motor con fuertes aceleraciones en las mañanas de invierno ayuda a que este funcione mejor. Esto es dañino para el motor porque el aceite y el resto de componentes aún no han alcanzado la temperatura idónea.
Al no llegar a la temperatura que necesitan para trabajar de forma correcta, estos elementos sufren mayor rozamiento y suponen un peligroso desgaste del propulsor del coche. Esto puede causar a la larga un alto sobrecoste en arreglos.
Otra de las manías que creíamos inofensivas, pero que realmente no lo es, es el hecho de apoyarnos en la palanca de cambios. Al ejercer una presión constante sobre ella creamos problemas en la holgura de las arandelas, los muelles de la palanca de marchas y podemos causar averías en las horquillas del selector de la caja.
En este sentido, los fabricantes recomiendan únicamente manipular esta palanca solo cuando tengamos que cambiar de marcha y hacerlo de forma suave.
Por otra parte, hay que evitar la manipulación de la dirección cuando tengamos el coche parado siempre que sea posible. Esto es así, ya que si los neumáticos son anchos o estamos hablando de un coche pesado, desgastaremos la cremallera de la dirección.
Esto se verá reflejado en la conducción, pues sufrirá una descoordinación entre el ángulo de giro del volante y la reacción de la dirección; es muy peligroso a altas velocidades y con viento lateral.
En el caso de que hablemos de coches con dirección asistida, el problema es aún más grave, dado que forzaremos el mecanismo. Será más fácil que este se estropee.
Otro de los elementos que más castigamos en nuestros coches es el embrague. No deja de ser un elemento mecánico que funciona mediante fricción, y que sufre un gran desgaste cada vez que apoyamos el pie sin necesidad de usarlo.
El hecho de reproducir este mal hábito, supone un sobreesfuerzo para el plato de presión. Tal carga extra puede llegar a dañar el cojinete de empuje, lo que acorta su vida útil.
Algo de lo que no se habla mucho, y que es un problema importante para nuestro vehículo, es el hecho de empujar un coche automático. Nunca debemos arrancar un coche automático empujándolo en punto muerto, ya que estropearemos la caja de cambios.
Revoluciones
No debemos abusar de la potencia a muy bajas revoluciones. Por ejemplo, al subir un puerto en quinta velocidad, a menos de 2 000 revoluciones por minuto, dado que esto supone una relación de cambio más alta de la adecuada.
Realizar este mal hábito puede resultar más dañino para el motor que el exceso de revoluciones, ya que hacemos que trabaje sin vueltas suficientes para llegar al máximo rendimiento, lo que puede resultar en problemas en el cigüeñal.
Adicionalmente, circular muy bajo de vueltas puede suponer la acumulación de residuos de carbonilla –producto de la combustión del motor– sobre todo en los motores diésel.
Estos residuos ‘carbonizan’ partes del motor como la culata (tirones al acelerar), geometría del turbo (pérdida de prestaciones) o la lubricación del mismo, lo que puede partir su eje para acabar doblando los alabes de la turbina.
Estas averías pueden suponer hasta 1 500 euros de factura de reparación. Para evitar verte ante esta tesitura debes, de vez en cuando, practicar una conducción enérgica, sobre todo en adelantamientos e incorporaciones. No temas en subir las revoluciones de tu coche a 3 000 rpm, en caso de un diésel, o a 5 000 rpm cuando es un propulsor de gasolina; de hecho, alargarás su vida.
Mantenimiento básico
Hay dos elementos esenciales que no debemos dejar de cuidar a la hora de hablar del mantenimiento de nuestro coche:
- Aceite: debemos tener presente que es recomendable cambiarlo cada año y que, en el caso de que el nivel del aceite esté por debajo del mínimo, nuestro motor comenzará a sufrir exceso de temperatura y desgaste de sus piezas internas. A larga, esto supondrán serios problemas que acortarán su vida útil.
- Presión de los neumáticos: si tenemos una presión alta aceleraremos el desgaste interior de la banda de rodadura, mientras que si es insuficiente será el exterior. Debemos llevar la presión recomendada por el fabricante, ya que de no ser así podemos acabar sufriendo un reventón.
Acelerones
Aunque ya hemos hablado de ello anteriormente, el hecho de dar acelerones no solo es inútil si queremos ganar tiempo, sino que además tiene efectos negativos. Con ellos consumimos más gasolina, calentamos en exceso el motor y los neumáticos y el embrague tendrán un mayor desgaste.
Por esto mismo, nunca debemos arrancar haciendo patinar las ruedas motrices, ya que es un gasto inútil de gasolina y ruedas. Asimismo, dañan las transmisiones, el embrague, la caja de cambios y el diferencial.
Por otra parte, si contamos con un motor turbo, debemos prestar especial atención al engrase y el nivel de aceite. No debemos acelerar con brusquedad ni dar la máxima potencia al motor en frío, ya que las propiedades de lubricación del aceite son deficientes a baja temperatura.
Tras realizar un viaje largo tendremos que dejarlo un minuto en ralentí, para que el circuito del aceite refrigere el eje del turbo. De no ser así, y no respetamos habitualmente este proceso, las repetidas paradas inmediatas del motor tras esas condiciones, provocarían un gripaje por la deficiente lubricación y las altas temperaturas.