La peor escudería de F1
Al igual que existe un amplio debate entre los aficionados a la Fórmula 1 sobre cual es la mejor escudería del campeonato, también existen dudas sobre cual es la peor escudería de F1. Analizamos cual puede ser la escudería candidata a la peor valoración dentro de las competiciones.
Acostumbrados a movernos entre estadísticas de éxito y glamour de los grandes equipos de la historia de la Fórmula 1, como por ejemplo Ferrari o McLaren, no resulta fácil pararse a pensar en cuales son sus antagonistas, aquellos equipos que raramente logran clasificarse para una parrilla.
La principal candidata a peor escudería
Nos cuesta más acordarnos de nombres más extraños como Andrea Moda, Life o Eurobrun cuyos proyectos y realidades fueron fruto del sueño, casi siempre roto, del empeño de sus dueños o directores de equipos, que resultaron demasiado ambiciosos o que estuvieron mal dirigidos.
De entre estos equipos, probablemente sea Life la escudería con peores resultados dentro de su categoría. Básicamente, no por sus malísimos resultados, sino también por el absurdo diseño del coche y especialmente el de su motor: un W12.
En una época en la que había empezado la nueva andadura de los motores atmosféricos, al jefe del equipo, dueño de una escuadra de F3000, Ernesto Vita, se le ocurrió poner en marcha su W12, con 3 bancadas de 4 cilindros, cuyo diseño experimental era de Franco Rochi.
Estaba anclado en un chasis First, que nunca pudo correr en 1989 porque no pasó los crash-test de la FIA. Aun así, tras algunas modificaciones, surgía el L190 cuyas preclasificaciones, normalmente, apenas contaban con un par de vueltas lanzadas, en alguna ocasión no llegaron a salir del pit lane o acabar una vuelta completa.
Andrea Moda: el fracaso de los italianos
Desde Trodica di Morovalle, en Perugia, surge la idea, en el magnate de los zapatos italianos Andrea Sassetti, de crear un equipo de Formula 1 a partir de los restos del malogrado pero no por ello menos respetable, equipo Coloni.
El proyecto intentó hacer correr esos chasis durante los dos primeros Grandes Premios de 1992, en Sudáfrica y México. Sin embargo, la normativa y las inspecciones FIA se lo prohibieron al no ser un chasis de diseño propio original, por lo que tuvo que rediseñarse a partir de un antiguo proyecto Simtek de Nick Wirth y motor Judd. De esta forma nacería el S921.
Finalmente y para terminar, el equipo sufrió la vergüenza de ser sancionado por la FIA, sin poder competir, cuando Sassetti fue arrestado por fraude tras el GP de Bélgica por la policía italiana. Tras el escándalo, nunca más volvieron a las pistas.
Forti y su reluciente modelo
No todo lo que reluce es oro, y en esto queda claro en el fracaso de esta escudería. Guido Forti decidió desde su lejana base italiana de Alessandria que su distinguido y triunfador equipo de la F3000 debía dar el salto gracias, en gran parte, a las aportaciones de Pedro Diniz y sus fuertes sponsors.
El romántico intento duró 2 años. Con graves problemas eléctricos, el no menos desdeñable diseño del FG01 de Giorgio Stirano (ex Osella y Alfa Romeo) apenas lograba mejorar los últimos puestos de la parrilla.
Los fracasos desde las categorías inferiores
Al equipo de Kauhsen, con una extraña trayectoria en categorías inferiores, donde incluso llegó a correr Alain Prost y en las cuales no terminaba de cuajar, le llegó el momento de querer dar el salto a la categoría reina.
El proyecto de Willi Kauhsen, antiguo piloto de resistencia, que comenzaba por comprar a finales de los 70 los antiguos F1 de Kojima, no llegó a buen puerto y decidió contratar a un par de ingenieros sin mucha experiencia para diseñar y construir su propio monoplaza.
Construido de piezas viejas y sueltas, el chasis WK con motor Cosworth toma inercia, nunca mejor dicho, pues en tiempos de efecto suelo, el irregular diseño nunca funcionó correctamente, extraño diseño de chasis y alerones contribuyeron al desastre.
A esto añadieron un depósito de combustible que no podía completar un GP completo, por lo que tuvieron que rediseñar otro nuevo chasis, más largo y normalizado.
Por último, acuciado por el sobregasto del diseño de hasta cinco chasis, Willi Kauhsen vendió su estructura a un no menos aventurero equipo Merzario, cuyos chasis también adolecieron de gravísimos problemas.