¿Deberían de limitar la velocidad de los coches a la máxima permitida en carretera?
La duda sobre si los fabricantes de automóviles deberían limitar la velocidad de los coches a la máxima permitida en carretera es un debate abierto en la actualidad. Muchos conductores se preguntan por qué el límite de velocidad en autopistas es de 120 km/h cuando sus coches pueden alcanzar sin problemas los 160 km/h.
Por otro lado, están los que piensan que qué sentido tiene que un coche pueda alcanzar los 200 km/h si no vas a superar los 120 km/h en carretera, o los 130 km/h o 140 km/h como máximo. En este sentido, existen diferentes posturas y argumentos.
Los actores de los que depende la velocidad máxima de los automóviles
En primer lugar, la velocidad máxima establecida para los vehículos depende de tres agentes. En primer lugar, está la Dirección General de Tráfico. Este es el órgano estatal que se dedica a supervisar el correcto funcionamiento de nuestras carreteras.
Por otro lado, están las propias carreteras, cuya construcción y mantenimiento dependen del Ministerio de Fomento. Las decisiones de este organismo dan lugar a la topografía de las carreteras, a las que después se les impondrá un límite de velocidad.
El tercer agente implicado es el Ministerio de Sanidad, que es el encargado de socorrer a aquellos que tienen algún tipo de accidente en carretera. Por supuesto, al postura de este organismo en contraria al aumento de la velocidad límite de circulación.
Las diferentes leyes implicadas
La normativa actual de tráfico se creó en el año 1972. En este sentido, hay que tener en cuenta que se creó hace varias décadas y se dedicó a vehículos muy diferentes a los que se conducen hoy en día. Esta ley se fundamentó en la crisis del petróleo, mientras que hoy en día, los consumos y emisiones de los vehículos actuales se han reducido considerablemente.
Desde entonces, esta ley ha pasado por diferentes cambios. Un ejemplo de ello es la disminución puntual del límite de velocidad en autovías a 110 km/h durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Por otro lado, el Reglamento de Circulación se reformó en febrero de 2013, cuando se pretendía elevar la velocidad máxima desde 120 km/h a 130 km/h.
La postura de la DGT
La Dirección General de Tráfico admite que el 72,8 % de las víctimas mortales se producen en carreteras secundarias, en las que el límite de velocidad es menos que en las autovías. Además, destaca el hecho de que una velocidad inadecuada es la causa de menos del 10 % de los accidentes. Por otro lado, las distracciones al volante son la principal causa, con alrededor de un 42 % de los casos.
Eso puede ser un argumento a favor de no limitar la velocidad de fábrica al límite de las carreteras, ya que imponer una velocidad máxima de 120 km/h para todos los vehículos puede no suponer un importante descenso del número de accidentes.
Los argumentos de los conductores
Como ocurre con cualquier debate, cada persona tiene una idea diferente en lo relacionado con limitar la velocidad de los coches. Algunos conductores no quieren ponerle barreras a las posibilidades de velocidad con sus vehículos, aunque en contadas ocasiones superen los 130 km/h.
Por otro lado, otros conductores tienen una postura más precavida ante la velocidad en carretera, y ven el límite de velocidad en fábrica de los vehículos como una posibilidad para aumentar la seguridad vial.
También es destacable cómo muchos accidentes se producen por aburrimiento del conductor que, al circular a una velocidad constante y relativamente baja en carretera, acaba por producir distracciones. Además, hoy en día muchos modelos cuentan con accesorios como la velocidad automática, lo que supone un aumento de la monotonía al circular.
En la actualidad y debido a las altas prestaciones de muchos vehículos de hoy en día, circular a 120 km/h produce la impresión de viajar a una velocidad menor. Esto puede deberse al elevado grado de seguridad y control que producen los modelos actuales, aunque 120 km/h es en verdad una velocidad muy elevada, que puede dar lugar a accidentes de enorme gravedad.
Este es un debate bastante complicado y que solo podrá solventarse a partir de pequeñas normativas que se vayan implantando poco a poco. Además, debemos tener en cuenta que cada país tiene unos límites de velocidad distintos, por lo que limitar la velocidad de los coches a un valro concreto puede suponer dificultades a la hora de introducir un vehículo en otro país.