Grupo A: Toyota Celica, la revolución japonesa
Toyota Celica
Entre los vehículos integrantes del Grupo A de rally encontramos uno de los más famosos de los años 90: el Toyota Celica, modelo que junto a Carlos Sainz llevó a lo más alto al gigante japonés.
Para pertenecer al Grupo A, los vehículos debían proceder de vehículos de serie y cumplir con limitaciones de potencia, peso, tecnología permitida y costo total. Todo con el fin de aumentar la participación de equipos privados.
El Celica era una máquina de producir sensaciones al volante. Era asombrosamente rápido, lo que hacía que todo pasara a cámara rápida. Al principio era complicado adaptarse a las rápidas reacciones del coche, afirmaban los pilotos.
Para poder proponer un vehículo para competir en el competido Grupo A debían producirse un mínimo de 2 500 unidades del modelo deportivo de las 25 000 ventas como mínimo del modelo principal. El 10% de los modelos de serie debían ser de la versión deportiva.
Evolución necesaria
En 1991 se disputaba una auténtica guerra con vehículos de gran peso como el Lancia Delta HF Integrale. En 1992 Toyota volvió a demostrar su valía junto a la dupla Carlos Sainz-Luis Moya, ya que ganaron el Campeonato del Mundo de Rallys por segunda vez (la primera en 1990), aunque en constructores los Lancia fueron hegemónicos entre 1987 y 1992.
El antiguo Toyota Celica GT Four llegó el pasado año a su límite de evolución. El japonés dejó paso al Celica Turbo 4WD, que fue el modelo que el Toyota Team Europe propuso para el Grupo A. Según Sainz, el mayor cambio respecto al modelo anterior era el sistema de suspensiones.
Afirmaba que era mucho más manejable y predecible, pues se redujeron los rebotes de la parte trasera, así que mantener el guiado en las zonas rápidas era más sencillo. También aseguraba que, aunque las mejoras eran notables, seguía faltando un poco de potencia a su motor.
Cierto es que es de los vehículos del Grupo A que menos modificaciones sufrió en su carrocería respecto al modelo de serie. Los cristales se cambiaron por plásticos, los neumáticos y las llantas son de competición, y la boca del depósito se instaló donde va la antena. Por su parte, los cierres de seguridad de los portones pasaban totalmente desapercibidos.
Aun así, la apariencia del Toyota Celica, con sus pinturas de guerra, era espectacular. Partir de un vehículo con una silueta tan deportiva ayudó a crear un bólido que parece haber nacido en un rally. El bajo centro de gravedad de la unidad de serie ayudó a equilibrar el coche desde el principio.
Características técnicas
Nada más girar la llave se escuchaba ese ronroneo profundo tan típico de los coches del Grupo A. No era de los modelos más potentes, pues tanto el Ford como el Lancia le superaban en potencia, pero no en agilidad y agarre. El Toyota Celica gozaba de una gran agilidad, con una capacidad de tracción enorme.
Contaba con un motor de dos litros y cuatro cilindros, acompañado de un enorme turbo y una potencia cercana a la limitación del Grupo A de 300 CV. Aunque disponga de turbo, su franja de potencia óptima era muy pequeña; el piloto solo cuenta con el 100% de fuerza entre 4 000 y 6 000 rpm.
Con esta limitación de revoluciones, la tarea del piloto se convierte en algo verdaderamente complicado, ya que debe jugar continuamente con el cambio, con poco margen de error si querían sacar todo el partido al motor.
Parte de la agilidad de la que hacía gala el Toyota Celica era gracias a su excelente reparto de pesos, con un 58% delante y un 42% detrás. Además, la corta batalla le permitía girar muy bien en poco espacio y así arañar unas milésimas en cada curva cerrada.
La marca japonesa consiguió sacar un producto muy redondo en comparación con sus rivales. Además, encajó perfectamente con las habilidades del bicampeón Carlos Sainz y juntos catapultaron el prestigio de la marca en el mundo del rally.