Esto es Pikes Peak, la carrera hacia las nubes

En la pasada edición, Volkswagen arrebató el récord absoluto a Peugeot, que lo obtuvo en 2013 con Sébastien Loeb al volante
Esto es Pikes Peak, la carrera hacia las nubes

Escrito por Juan

Última actualización: 29 octubre, 2022

En el automovilismo hay carreras con solera e historia. Eventos que con solo nombrarlos infunden respeto y que, a excepción de unas pocas, el resto son desconocidas para la gran mayoría. Una de las más destacadas es la subida del Pikes Peak, celebrada cada mes de junio en 1916 y desde 1920 ininterrumpidamente.

Desde sus inicios, la mítica subida cronometrada ha pasado por diferentes etapas, y es que comenzó por un trazado completamente de tierra y pasó por uno mixto tierra-asfalto propuesto a inicios del siglo XXI hasta llegar a la configuración actual. Desde 2012, todo el trazado está asfaltado, lo que ha terminado siendo una ventaja.

Pikes Peak en números

Los pilotos participantes tendrán que recorrer un total de 19,9 kilómetros, una distancia a medio camino del circuito de La Sarthe (13,6 km), donde se celebra Le Mans, y los 22,8 km de la sección norte de Nürburgring. A esto se suman un total de 156 curvas, una tras otra, sin dejar apenas tiempo para descansar al piloto.

Además de la longitud y complejidad del trazado, una de las características de este evento es la altitud en la que tiene lugar. El punto de inicio se ubica a 2 866 metros sobre el nivel del mar, mientras que la meta se encuentra a 4 301 metros sobre el nivel del mar. De media, la pendiente de la calzada es de un 7%.

La altitud de la prueba hizo que se ganase el apodo de ‘la carrera hacia las nubes‘.

Peugeot 405 T16 Pikes Peak
Peugeot 405 T16 Pikes Peak.

La altitud a la que se celebra la prueba provoca que los motores pierdan prestaciones cuanto más avancen en el trazado. En las primeras ediciones se hablaba de una perdida de potencia de hasta el 30%, un mal que se ha visto reducido con la llegada de la turboalimentación, y erradicado con los vehículos eléctricos.

La etapa dorada

Como adelantamos al comienzo, el evento se lleva celebrando desde los años 20, además de la primera edición de 1916, y durante décadas se pusieron a prueba numerosos tipos de vehículos y mecánicas. El Pikes Peak se convertía así en un laboratorio de pruebas para las marcas, pero lo mejor estaba por llegar.

En 1986 la FIA daba por finiquitado el Grupo B del Mundial de Rallyes debido al aumento de accidentes y diversos problemas de seguridad que involucraban tanto a pilotos como al público. Ante esta tesitura, los fabricantes tuvieron que buscar refugio en otras competiciones, con el fin de utilizar y amortizar sus creaciones.

En 1980 el Pikes Peak creo la categoría Unlimited, que permite todo tipo de proyectos. Con esta normativa, los Grupo B no tenían problema alguno para competir.

El RallyCross fue el destino más popular para los coches del Grupo B, pero al mismo tiempo los fabricantes más pudientes –Audi, Ford y Peugeot– desembarcaron en tierras americanas para participar en la carrera hacia las nubes. La lucha entre Audi y Ford fue muy dura, pero a quienes todos recuerdan es a la firma francesa.

Sin duda alguna, la edición de 1988 elevó la popularidad del Pikes Peak a cotas inimaginables. Todo gracias a la excelente y mágica actuación de Ari Vatanen al volante del Peugeot 405 T16; llegó incluso a conducir con una sola mano y el sol de cara.

Loeb golpea primero

Pasaron los años y, tras muchas quejas de ecologistas, se decidió reasfaltar la totalidad del recorrido para preservar la integridad de la montaña. Esto sucedió en 2012, lo que motivó la llegada de numerosos fabricantes, ya fuera con equipo propio o como apoyo oficial a equipos privados.

De entre todas las marcas que se apuntaron al evento, destaca la ausencia de una: Peugeot. Quienes domaron la montaña en los 80 no se atrevían con la nueva versión, o eso se creía. Todos nos equivocamos. Los franceses estaban preparando una ofensiva para batir el record absoluto con Sébastien Loeb al volante.

Partiendo desde cero, se creó un prototipo único expresamente para competir en dicha prueba que, si bien se asemejaba al Peugeot 208 (recién lanzado al mercado entonces), no compartía ningún componente con este. Se le conoce como Peugeot 208 T16 Pikes Peak, y comparte piezas con el LMP1 que ganó las 24 Horas de Le Mans.

Anunciaba una relación peso/potencia de 1:1, fruto de los 850 CV extraídos de un V6 biturbo y a un conjunto que pesaba 850 kilos con piloto incluido. Este peso se conseguía con el uso intensivo de fibra de carbono, material utilizado para cubrir el chasis tubular en el que se sustenta todo el coche.

Peugeot 208 T16 Pikes Peak
Peugeot 208 T16 Pikes Peak.

Tanto el alerón posterior, como la toma de aire del motor, los ejes y frenos eran derivados del Peugeot 908 que corrió las 24 Horas de Le Mans años antes.

Llegó el 30 de junio de 2013, y con él la esperada jornada de carrera, una jornada que pasó a la historia, ya que el piloto francés marcaría un estratosférico tiempo de 8:13.878 minutos, lo que suponía un record absoluto que superaba en un 15% al mejor registro histórico.

El propio piloto aseguraba que ni en las simulaciones esperaban un tiempo tan rápido, ya que esperaban algo cercano a los 8:20. Se cerraba así un nuevo capítulo de Peugeot y Pikes Peak, esta vez con record incluido.

Romain Dumas revienta el crono

El record marcado por Loeb se mantendría imbatido hasta la última edición, la de 2018. La tecnología avanza y los coches con ella, y tras el escándalo del ‘Dieselgate‘, Volkswagen decidió limpiar su imagen reventando el ‘crono’ del Pikes Peak con un prototipo completamente eléctrico.

Basado en los prototipos del Mundial de Resistencia, el prototipo alemán esperaba lograr una doble hazaña: batir el récord de coches eléctricos –8:57.118– y el absoluto marcado por Peugeot en 2013. Nacía así el Volkswagen I.D. R Pikes Peak, con 680 CV y un peso de 1 100 kg.

Volkswagen ha sido el primer fabricante en bajar de los ocho minutos.

Pese a tener una menor potencia y mayor peso que el Peugeot, su rendimiento es superior, ya que los motores eléctricos no pierden potencia con la altitud, por lo que las pérdidas del inicio se recuperan en el final del trazado. Finalmente, con Romain Dumas al volante pulverizaron el ‘crono’ con un tiempo de 7:57.148.