Coal Scuttle, el primer Aston Martin

Este deportivo nació fruto de la idea de Lionel Martin y su amigo Robert Bamford, ingeniero, para ganar la carrera Aston Hillclimb; sería el precursor de todo lo que vino después
Coal Scuttle, el primer Aston Martin

Escrito por Alberto Fuentes

Última actualización: 27 abril, 2018

Coal Scuttle, fruto de un proyecto de competición

Fundada por Lionel Martin y Robert Bamford, Aston Martin vino al mundo en el año 1912 gracias a la unión de estos dos entusiastas del mundo del automóvil. De esta colaboración nació el Coal Scuttle, el primer vehículo de la exitosa marca británica.

Lionel Martin era un gran aficionado a las carreras de coches. De hecho, compitió en la famosa carrera Aston Clinton Hill Climb, la cual se desarrollaba a toda velocidad por las calles de Buckinghamshire. No consiguió la victoria, pero prometió presentarse al siguiente año con un coche de fabricación propia para hacerse con el primer puesto en la prueba.

Estudió la idea con su socio Robert, ingeniero, y ambos sumaron sus conocimientos y entusiasmo para crear el primero de una larga historia de éxitos, el Coal Scuttle. Como prometió, Lionel Martin se hizo con la victoria en Aston Clinton Hill Climb, lo que le dio la fama suficiente para dar un empujón económico a su proyecto.

Fue tal el agradecimiento de Lionel y Robert con la mítica carrera que decidieron usar parte de su nombre para crear la firma que conocemos hoy día: Aston Martin.

Los primeros modelos creados por la marca fueron coches de competición, diseñados por y para competir, y tardaron bastante en sacar su primer vehículo para en la calle.

Así es el Coal Scuttle

Fue creado con una mezcla de piezas de diferentes vehículos de la época. Por ejemplo, el chasis pertenecía a un Isotta Fraschini del año 1908. El motor que llevó a la victoria al inglés fue el de un Coventry Simplex.

Desafortunadamente, el comienzo de la Primera Guerra Mundial hizo que solo se pudiera mantener su producción durante cinco años, lo que cerró sus puertas temporalmente. Al finalizar la guerra en 1919, la empresa reapareció para seguir con la producción del Coal Scuttle.

Se trataba de un biplaza descapotable con espíritu de competición, diseñado con la mejor tecnología de la época. Con los enormes guardabarros de antaño y unas altas y finas ruedas, el Coal Scuttle no distaba mucho del resto de vehículos de calle de principios de siglo.

Quizás la característica más deportiva sea el pequeño parabrisas para minimizar la resistencia aerodinámica. Era tan pequeño que obligaba al conductor a conducirlo con gafas de protección. Además, estaba colocado en una posición inclinada, no totalmente vertical como se hacía en esos años.

A diferencia de los coches de calle de la época, que solían ser de enormes proporciones y muy pesados, nuestro protagonista tenía unas medidas mucho más contenidas. Sobre todo llamaba la atención la vista frontal, desde donde se podía apreciar la estrechez de la cabina.

En esos años la aerodinámica apenas había sido trabajada, y el morro es prueba de ello, con una gran parrilla colocada en posición casi vertical que no favorecía el avance a alta velocidad.

Disponía de un motor de 1 389 centímetros cúbicos y cuatro cilindros, que entregaba unas prestaciones poco vistas en esos años. Desconocemos la potencia declarada, pero rondaría los 20 CV.

Como era típico en los automóviles de su generación, la palanca de cambios se alojaba por fuera de la carrocería, al igual que el freno de mano. Las estrechas dimensiones del interior harían imposible su colocación entre los dos ocupantes.

Esta posición obligaba a los pilotos a soltar una mano del volante durante demasiado tiempo, volante por cierto con unas dimensiones generosas para minimizar en la medida de lo posible la dureza de la dirección.

Como curiosidad, el chasis que montaba el primer Aston Martin Coal Scuttle lucía el grabado A1. Desgraciadamente, la última vez que se tuvo noticias de ese vehículo en concreto fue una carrera en el año 1928.

Desde entonces no se tiene ningún registro sobre dónde se puede encontrar esa unidad, la cual alcanzaría una cifra desorbitada en una subasta hoy día. La esperanza por encontrarlo está totalmente apagada y la marca lo da por perdido.

Ni Lionel Martin ni Robert Bamford serían conscientes de la trayectoria que iba a tener por delante esa marca que crearon para ganar aquella carrera. 100 años después y, tras muchos altibajos y cambios de manos, la marca de deportivos de lujo británica por excelencia sigue despertando las pasiones y los sueños de todos aquellos que aman el mundo del motor.