BMW Z8, un clásico moderno en plena revalorización
BMW Z8, un clásico moderno en plena revalorización
La llegada del nuevo milenio supuso un revulsivo a la industria automotriz. Comenzaba así la transición entre el coche analógico y el digital, y lo retro comenzaba a causar furor. Con esto en mente y el auge que sufrían los deportivos por aquel entonces empujaron a BMW a crear el BMW Z8, un clásico moderno.
Decimos clásico moderno porque incluso cuando solo se conocía el prototipo ya mostraba un encanto digno de muy pocos. Se sabía que sería caro, y por lo tanto limitado, al alcance de muy pocos. A día de hoy, las pocas unidades que se produjeron alcanzan cifras superiores a los 200 000 euros.
Inspirado por el BMW 507
La característica más notable del BMW Z8 es su clara inspiración en uno de los clásicos más importantes en la historia de BMW, el BMW 507 producido entre 1956 y 1960. Este fue un limitado deportivo roadster dirigido a un público de alto poder adquisitivo –Elvis Presley tuvo uno– y el nuevo modelo quería recoger el testigo de este.
Pese a tener capota de lona, BMW entregaba gratuitamente un techo duro de metal para el invierno, así como un soporte en el que dejar el techo cuando no fuera utilizado.
Guardando las distancias, es fácil reconocer la parrilla horizontal como una reinterpretación moderna del 507, así como la toma de la aleta y las formas generales del coche. Bien proporcionado y atemporal. Es imposible sacarle algún ‘pero’ a la obra salida de los lápices de Henrik Fisker, diseñador del conocido Aston Martin DB9.
Como no podía ser de otra forma, se utilizó una capota de lona en vez de techo rígido, aunque se permitió el lujo del accionamiento automático. Una de las curiosidades del BMW Z8 es que se utilizó luz de neón para los pilotos posteriores e intermitentes laterales.
Este tipo de iluminación se eligió con el fin de mantener los finos faros dibujados por Fisker. Su complicado diseño actualmente sería posible gracias a la tecnología LED, pero por aquel entonces era impensable con bombillas halógenas.
El habitáculo del biplaza también puede considerarse una obra de arte. Fue un pionero en eso del minimalismo: se reducían los botones a la mínima expresión. Entre las características más socorridas está el cuadro de instrumentos central y un volante cuyos radios estaban compuestos por barras de aluminio.
No solo era la estética lo que robó miles de corazones entre los aficionados. Un comportamiento intachable le colocaron como uno de los mejores del segmento, y es que llegó con las mejores credenciales posibles.
Para ofrecer un rendimiento a la altura del diseño, se optó por acoplar el bloque V8 de 4,9 litros, 400 CV y 500 Nm que animaba al BMW M5 E39 que se vendía entonces. Era un bloque atmosférico, de la vieja escuela, y para lidiar con él había que trabajar con una caja de cambios manual de seis relaciones.
La puesta a punto no tenía comparación con nada visto anteriormente en el segmento, y es que BMW Motorsport puso toda la carne en el asador. Homologaba una masa de 1 660 kilos, quizás demasiado para un coche de tracción trasera y alta potencia.
Pese a su elevado peso, el BMW Z8 era capaz de detener el cronómetro en 4,7 segundos en el 0-100 km/h y no paraba hasta alcanzar una velocidad punta de 250 km/h limitada electrónicamente.
En las pruebas de prensa de la época era normal ver al Z8 quemar rueda mientras cruzaba la trasera; montaba unos enormes neumáticos 245/45 delante y 275/40 detrás y llantas de 18 pulgadas.
Alpina y James Bond
Si se habla del BMW Z8, sea cual sea el contexto, es imposible no hacer mención a Alpina y a James Bond. El primero de ellos es un fabricante alemán especializado en la preparación de coches de BMW, tanto estética como mecánicamente. Suelen crear productos extremos sobre la base de otros más convencionales, no con el Z8.
En el caso del roadster alemán el producto base ya era lo suficientemente agresivo como para hacer de él un coche aún más extremo. Por ello, Alpina hizo lo contrario de lo que acostumbra y suavizó el comportamiento para enfocarlo al mercado principal del coche, los Estados Unidos.
De las 555 unidades del BMW Z8 Alpina, 450 fueron destinadas al mercado americano.
El cambio más notable era el cambio de motor. Sustituía el V8 de 4,9 litros y 400 CV procedente del M5 por un ‘modesto’ V8 de 4,8 litros y 375 CV. Menos potencia para un comportamiento más sereno. A este cambio se sumaba la transmisión automática Steptronic de cinco velocidades como única opción.
Las suspensiones también se modificaron para tener un tarado más blando y confortable con el que compensar un tamaño de llanta mayor, pasando de 18 pulgadas a 20. Estas llantas multiradio marca de la casa no hacían más que resaltar el espectacular diseño del Z8.
Todos estos cambios, unidos a su mayor exclusividad con respecto a un Z8 convencional, han provocado que el BMW Z8 Alpina sea el más cotizado, y es que es difícil encontrar unidades a la venta por menos de 300 000 euros en perfectas condiciones.
Tampoco hay que menospreciar la presencia del BMW Z8 en el cine internacional. En el año 1999 BMW aprovechó su colaboración con la saga James Bond para promocionar su nuevo lanzamiento en el filme El mundo nunca es suficiente.
Fueron tres las unidades cedidas por la marca para el rodaje de dicha película, y que bien le sentaba a Pierce Brosnan. Lamentablemente, para el final de la película el BMW Z8 terminaría cortado en dos por una motosierra.